Muchas personas prescinden en invierno de usar gafas o cremas con factor de protección solar. Quizás pueda deberse al hecho de que asociamos la menor temperatura e incidencia del sol con un menor daño. Esto realmente no es así, a pesar de que en invierno los rayos ultravioleta B (UVB), responsables de las quemaduras y el cáncer de piel, afectan en menor medida, la actividad de los rayos UVA no desaparece. De modo que durante todo el año, deberemos protegernos del sol para prevenir el envejecimiento cutáneo y la aparición de cáncer.

A veces durante el invierno, y sobre todo después de cambios repentinos del clima, notamos nuestra piel más reseca, pudiendo aparecer a veces incluso manchas o escamas.



La Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV) ha insistido en la importancia de tomar medidas preventivas también en invierno. El vicepresidente de la AEDV, el profesor José Carlos Moreno explicó que «es cierto que la potencia solar es menor en invierno pero las personas siguen recibiendo pequeñas cantidades de radiación que, acumuladas día a día determinan una cifra total importante a la que hay que sumar las que se reciben en verano».

Los rayos UVA suponen el 95% de las radiaciones solares que llegan a la tierra. Al penetrar en la piel, dañan el ADN celular, por lo que además de provocar el fotoenvejecimiento son un factor de riesgo para el desarrollo del cáncer de piel.

¿Cómo cuidar entonces tu piel de los efectos de los rayos UVA en invierno?

Para empezar, deberemos dispensarle a nuestro cutis unos cuidados similares a los que se siguen en verano. Usa una crema con factor de protección 30 como mínimo. Existen también lociones con agentes fotoprotectores en el mercado, sin embargo siguen siendo mejores las presentaciones en crema ya que ofrecen una capa más gruesa de protección.

Arielle Kauvar, profesora de dermatología en la Facultad de medicina de la Universidad de Nueva York (EE.UU.) y portavoz de la Fundación para el Cáncer de Piel (Skin Cancer Foundation) recomienda que a la hora de adquirir una crema fotoprotectora nos aseguremos que tenga filtros solares contra los rayos UVA y UVB. Además deberemos fijarnos que cuenten con una pantalla física; la mayoría de las veces está formada por óxido de zinc que difumina los rayos ultravioletas en lugar de absorberlos.

Las precauciones han de extremarse si se practican deportes en la nieve. En este caso, deberías de aplicar la crema cada dos o tres horas y no olvidarte de las gafas de sol para evitar las cataratas y las quemaduras solares alrededor de los ojos. Para tus labios, utiliza un protector labial con filtro de protección solar; de este modo evitarás que se resequen y además los protegerás de la acción dañina de los rayos ultravioleta.

También debemos tener en cuenta que hay algunos medicamentos que pueden provocar una reacción ante la exposición al sol: diuréticos, tratamientos para infecciones en la piel o incluso anticonceptivos. Lee las contraindicaciones de estos medicamentos e infórmate de si supone algún riesgo para tu salud tomar el sol bajo sus efectos.

Además de usar cremas solares, has de saber que existen cápsulas orales y productos naturales que actúan desde el interior de tu organismo para protegerte de las agresiones solares. Varios estudios clínicos demuestran que consumir alimentos y plantas medicinales con efectos antioxidantes ayuda a retrasar el envejecimiento cutáneo y los daños producidos por los rayos ultravioleta. Alimentos como las zanahorias, los melocotones o los albaricoques son ideales para cuidar nuestra piel y prepararla para la exposición al sol ya que además de ser ricos en vitamina A, tienen betacaroteno, un pigmento presente en los vegetales de piel roja que favorece la aparición del bronceado.

Jesús del Pino, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital de la Cruz Roja de Madrid explica que estos alimentos actúan «destruyendo los radicales libres del oxígeno que resultan de la actividad oxidante de las radiaciones ultravioleta, por lo tanto se convierten en un arma efectiva frente al envejecimiento cutáneo y la degeneración producida por la exposición al sol».

Salvador González, profesor de Dermatología de la facultad de Medicina de la Universidad de Harvard (Boston) y del Memorial Sloan-Kettering Cancer Center (Nueva York, en EEUU) también comenta que «además de aplicarse una crema reparadora en la noche y de protección solar en la mañana, sería conveniente hacer uso de los fotoprotectores orales».

En la revista ‘Clinics in Dermatology’, el dermatólogo explica que estas cápsulas orales tienen propiedades antioxidantes y que «se trata de un complemento a las habituales cremas de protección solar, ya que estas últimas tienen algunas limitaciones, como la dificultad para extenderlas de forma uniforme y homogénea en las zonas expuestas y la imposibilidad de alcanzar algunas zonas como los párpados».

Los complementos más comunes de los que se componen estas cápsulas son betacarotenos, licopenos, vitaminas con capacidad antioxidante (E, C), extracto del té verde, extracto de polypodium leucotomos, flavonoides… su función es la de reforzar los mecanismos de fotoprotección de nuestra epidermis creando una pantalla física allí donde no actúan las cremas convencionales.

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Los fotoprotectores orales están pensados especialmente para pacientes que se han sometido a cirugías láser o otros procedimientos quirúrgicos que hayan dejado desprotegida su epidermis, pero también para personas fotosensibles o afectadas por otras enfermedades. Si estás embarazada o crees estarlo, consulta a tu médico o farmacéutico antes de tomarlas.