cuidado de la piel joven

Es una etapa crucial para dispensarle a tu cutis los cuidados necesarios para mitigar los signos del envejecimiento. A partir de esta edad, los procesos de regeneración celular se relentizan. Esto quiere decir, que nuestra piel no responde tan rápidamente a las agresiones externas que pueden dañarla. Las estructuras celulares que conforman el tejido epidérmico se reparan más lentamente y por este motivo, es importante cuidar el «capital» de células sanas que tenemos minimizando los daños provocados por agentes externos como los rayos ultravioleta, la polución, el tabaco, etc.


¿Cómo podemos conseguirlo? Lo lograremos trabajando en tres frentes: conocer nuestro tipo de piel, protegerla, y nutrirla desde dentro (alimentación) y desde fuera (cosmética) para acelerar la renovación celular.

Conocer tu piel

Es un paso imprescindible para dispensarle a tu cutis los cuidados que necesita, elegir los cosméticos adecuados, saber la frecuencia con la que debemos de exfoliarla, etc.

La piel grasa, por ejemplo, debe tratarse con productos sebo-reguladores y libres de aceites. Si es sensible y se irrita fácilmente ante los cambios de temperatura y estacionales, debes exfoliarla con menor frecuencia y extremar los cuidados de fotoprotección; mientras que si tu piel es seca, lo más importante es nutrirla en profundidad.

Cada caso es único y por lo tanto, es muy importante que conozcas a fondo las condiciones de tu epidermis para darle aquello de lo que carece y no saturarla con sustancias que impidan que se oxigene correctamente.

En nuestro artículo «Conoce tu tipo de piel» encontrarás toda la información al respecto.

Protégela

Los rayos ultravioleta son la causa principal del envejecimiento prematuro de la piel ya que afectan directamente a las células de colágeno y elastina, responsables de la firmeza, densidad y elasticidad de los tejidos. Es cierto, no obstante, que existen otros factores desencadenantes como la alimentación, los hábitos de vida, la herencia genética o cierto tipo de enfermedades.

Los fototipos claros son los más sensibles a las radiaciones solares, aunque también afectan a los fototipos oscuros. Por esto es imprescindible que cada vez que salgamos a la calle nos apliquemos en la zona del rostro y en el cuello una crema con, al menos, FPS 30 (incluso en invierno). Si somos de piel blanca es recomendable llevar hidratantes con pantalla total.

Evita al máximo posible las cabinas de bronceado express y si vas a ellas, no abuses en cuanto al número de sesiones y nunca te olvides de proteger el área del contorno de los ojos.

Nutrición

Tu piel necesita alimentarse, en primer lugar, desde dentro, consumiendo alimentos frescos, ricos en vitaminas y antioxidantes y bajos en grasas saturadas. En una dieta balanceada no pueden faltar los hidratos de carbono (legumbres y cereales), las verduras y las frutas. Estas últimas tienen un alto contenido en vitaminas C y E cuyas propiedades antioxidantes mejoran la irrigación sanguínea a nivel micro-celular haciendo posible que los nutrientes lleguen a las capas más superficiales de la epidermis. Su consumo diario hace que tu cutis se vuelva más luminoso, suave y se mantenga hidratado. También es aconsejable aportarle a nuestro organismo una dosis suficiente de Omega-3 (pescados, leche de soja), un ácido graso que ayuda a conservar intactas las fibras de elastina durante más tiempo.

Los suplementos vitamínicos y los antioxidantes orales pueden ser de gran ayuda para aquellas personas cuya piel esté muy deteriorada a causa del fotoenvejecimiento, el tabaco o ciertas enfermedades.

Los cuidados tópicos también son importantes. No es necesario que utilices una crema antiarrugas a esta edad a no ser hayan comenzado a manifestarse las primeras líneas de expresión. Sin embargo, a la noche, te recomendamos que te apliques una crema preventiva enriquecida con retinol, vitaminas y activos antioxidantes.

 

Si el tono de tu piel no es uniforme o tienes pequeñas manchitas, una mascarilla de arcilla semanal te ayudará a igualar su textura al mismo tiempo que los poros se afinan (el ácido hialurónico también es idóneo para esta finalidad por sus propiedades exfoliantes).

Los 30 años son una edad propicia para comenzar a aplicarse un contorno de ojos. Recuerda que la densidad de la piel en esta zona es menor que la del resto de la cara. Gracias a este pequeño gesto, conseguirás retrasar la aparición de las patas de gallo.