Hay mañanas realmente agotadoras en las que estamos muy cansadas y no tenemos energías para trabajar, concentrarnos en los estudios, etc. Las razones de que ésto ocurra a menudo, son de lo más variadas: no dormir las horas necesarias, excesivo esfuerzo físico, un déficit de algún tipo de nutrientes en nuestra alimentación, ciertos fármacos, enfermedades que afectan al sistema inmunológico, etc. Por este motivo, si sufres de una fatiga crónica debes consultar el problema con tu doctor en lugar de guiarte exclusivamente por consejos de amigas, familiares o búsquedas en Internet.

Las recomendaciones que te daremos a continuación, no excluyen de ninguna forma los criterios médicos. Son válidas únicamente para aquellas personas con buena salud que sufren con frecuencia de cansancio debido al agotamiento provocado por una jornada laboral intensa o demasiadas horas de estudio.


Casi todas solemos recurrir a la cafeína, las bebidas energéticas o los suplementos pensando que es lo más indicado para combatir la fatiga pero ¿realmente es lo más indicado? Veámoslo.

Las razones más comunes por los que una persona puede estar cansada son:

Falta de sueño

Es la causa principal de las sensaciones de agotamiento y cansancio. A veces es inevitable pasarse alguna que otra noche en vela por trabajo atrasado, problemas personales, etc. Pero siempre que te sea posible, trata de organizar tu tiempo para que ésto no suceda. Nuestro cuerpo necesita sus horas de descanso para reponerse. El organismo regenera las estructuras celulares dañadas durante las horas de sueño. De modo que, si quieres ser más productiva y concentrarte mejor en tus tareas durante el día, trata de acostarte a una hora prudente y no quedarte demasiado tiempo frente al PC o viendo TV o, al menos, no lo conviertas en un hábito.

Una alimentación desequilibrada

Algunas dietas de adelgazamiento reducen en exceso el consumo de hidratos de carbono. Como consecuencia de ésto puede disminuir el índice de azúcar en la sangre (hipoglucemia) produciéndose sensación de agotamiento y mareos. Para evitarlo, trata de incorporar en tus comidas alimentos como los cereales, las frutas, las legumbres o el arroz integral. Minimiza en su defecto la ingesta de harinas refinadas, comidas procesadas o bollería industrial.

No es aconsejable que nuestro organismo pase más de tres horas sin recibir alimento pero si no quieres subir de peso por comer fuera de horas, recurre al picoteo sano: lleva en tu bolso barritas de cerales de sésamo con miel, frutas o lácteos descremados; son ideales para reducir el apetito y recargar baterías sin ingerir demasiadas calorías.

Pasar demasiadas horas sentada

Los trabajos que requieren esfuerzo físico pueden dejarte extenuada, pero aquellos que implican pasar horas sentada sin moverse también. Siempre que te sea posible, realiza una caminata ligera de 10 ó 15 minutos después del almuerzo. Te ayudará a reactivar la circulación sanguínea, a sentirte más ligera y a combatir la sensación de modorra durante la digestión.

Consumir demasiada cafeína y teína

Ayudan a despejarse de forma inmediata pero una vez que sus efectos se han ido,  nos sentimos todavía más cansadas. Trata de controlar el número de cafés, coca-colas y bebidas energéticas que tomas durante el día e incorpora más zumos de frutas (sobre todo al desayuno); te llenarán de energía suministrando a tu organismo las vitaminas necesarias para mantenerse en forma.

Falta de aire fresco

Los ambientes demasiado calurosos y saturados producen sensación de agotamiento y ansiedad. Trata de tener aire aconsicionado o una ventana un poco abierta en aquel lugar donde pases la mayor parte de tu tiempo trabajando. Si ésto no es posible, por último, lleva prendas cómodas y frescas (sin llegar a pasar frío). Al llegar a casa, disfruta de una ducha relajante y, al terminar, enfoca un chorro de agua fría en sentido ascendente desde la planta de los pies a las pantorrillas. Este sencillo gesto te ayudará a reducir la sensación de hinchazón y pesadez en las piernas mejorando la circulación de retorno.