A partir de los 30 años comienzan a deteriorarse las fibras de colágeno y elastina, dos sustancias que componen el 90% de nuestra dermis y que garantizan su flexibilidad y firmeza.


Las cremas reafirmantes nos ayudan a nutrir nuestra piel de forma externa, estimulando la microcirculación a nivel de la epidermis y manteniéndola suave e hidratada. Sin embargo, estos cuidados no son suficientes. El mayor aporte nutricional debe venir desde el interior. Las proteínas en concreto son esenciales para restaurar el colágeno dañado y estimular los procesos de regeneración celular.

Fuentes saludables de proteínas

De todos es sabido que la mayoría de las carnes son ricas en proteínas, pero existen otros alimentos clave en la formación de tejidos: los lácteos, la soja, los huevos y el pescado azul también tienen un alto porcentaje proteico. Este último es, además, una fuente natural de ácidos grasos Omega-3, una sustancia indispensable para que las membranas celulares retengan los niveles de humedad adecuados y nuestra piel no se reseque y envejezca prematuramente.

Las legumbres, los frutos secos y en especial la soja, nos aportan proteínas de origen vegetal que por su fácil asimilación y su bajo contenido en grasas, son fundamentales en el marco de una vida saludable.

Si estás haciendo dieta y quieres asegurarte de consumir la cantidad de proteínas necesarias, te recomendamos incluir gelatinas en tus platos y postres favoritos. No contiene grasa, colesterol ni hidratos de carbono; es un alimento ligero, pero valioso por su alto contenido en glicina y prolina, dos tipos de aminoácidos que intervienen en la formación de tejidos y  evitan el deterioro de las fibras de elastina.