La crema hidratante es un producto imprescindible dentro de los cuidados de belleza facial. Evita la pérdida de partículas hidrofílicas impidiendo que nuestro cutis se reseque y aparezcan arrugas prematuras.


Cada tipo de piel tiene unas necesidades específicas y por lo tanto, hay una loción humectante específica para ti. No es necesario que compres la crema más cara del mercado sino que conozcas las necesidades de tu epidermis y le dispenses aquello que más le hace falta. Si sigues los consejos que te daremos a continuación, conseguirás, además, sacarle el mayor partido posible a tu crema para conservar mejor el producto y ahorrar sin renunciar a tu belleza:

Piel limpia

Sobre un rostro sin excesos de impurezas y células muertas, los cosméticos penetran mejor. Basta con usar una leche limpiadora-desmaquillante diariamente o bien un jabón específico para la higiene facial. Una vez a la semana es recomendable hacerse una exfoliación para favorecer la regeneración celular e impedir que los poros se obstruyan.

Lavarse las manos en cada aplicación

Es fundamental para evitar que el producto se contamine y se corrompa.

Frascos bien cerrados después de usarlas

Por el mismo motivo que mencionamos en el punto anterior y porque al entrar en contacto con el aire, algunas cremas pierden paulatinamente sus propiedades.

La cantidad justa

Tu piel tiene una capacidad de absorción limitada. Echando más crema sólo conseguirás saturarla y desperdiciar producto.

Caliéntala en tus manos

La famosa cosmetóloga Chizu Saeki recomienda envolver el óvalo facial con nuestras manos después de extender la crema para que sus principios activos se sellen sobre nuestra piel.

Extiéndela con un suave masaje

Realiza suaves movimientos circulares y en sentido ascendente con la yema de tus dedos, desde la zona del cuello y el mentón hasta la frente. Para finalizar, realiza unos suaves golpecitos para favorecer la absorción del producto.