La obsesión por mantenerse delgadas aún a costa de sacrificar la salud, nos lleva en ocasiones a desesperarnos y a seguir consejos poco fiables o régimes demasiado restrictivos que nos hacen bajar de peso pero no estar en forma.


Tal como os mencionamos en varias ocasiones, las dietas de emergencia basadas en comer un único alimento pueden llegar a ser muy peligrosas si se prolongan en el tiempo (no deben seguirse más allá de un par de días). ¿Qué sucede si reducimos drásticamente la ingesta de calorías o cuando prohibimos demasiados alimentos en nuestra mesa?

Cuando la gente baja de peso, equivocadamente afirma estar «adelgazando» o «perdiendo grasa corporal». Nuestra masa corporal incluye grasa, huesos, agua y músculos. Si nos sometemos a una dieta demasiado estricta nuestro cuerpo recurrirá a las grasas para mantener sus funciones metabólicas, pero también consumirá parte del músculo y del agua (en los casos más graves, por ejemplo si se padece anorexia, pueden debilitarse los huesos y presentarse problemas de osteoporosis).

Rechaza por completo las publicidades engañosas que nos hacen creer que es posible conseguir un cuerpo esbelto y en forma comiendo poco. Realmente, para tener una bonita figura necesitas conocer tu cuerpo, alimentarlo adecuadamente y evitar el sedentarismo. En nuestro artículo de hoy te daremos una serie de consejos útiles para mejorar tu silueta cuidando la salud:

  • Olvídate del peso ideal: el IMC es algo orientativo. Algunas personas tienen una musculatura más desarrollada o una densidad ósea mayor y esto se refleja en la báscula sin que signifique necesariamente que se trate de grasa corporal. Lo mejor para salir de dudas es pesarnos en una báscula de bioimpedancia. Este tipo de báculas nos indican nuestro porcentaje de músculo, líquido y grasa antes de comenzar una dieta. Multiplicando nuestro peso total por el  porcentaje de grasa conoceremos cuántos kilos de grasa corporal tenemos realmente.
  • No reduzcas drásticamente la ingesta de calorías: si lo haces tu cuerpo entrará en un proceso catabólico, es decir, consumirá su propio músculo para mantener sus funciones básicas.
  • Aumenta las proteínas: son el ladrillo de tus músculos. Controla en cambio las grasas y carbohidratos que consumes.
  • Tonifica: el trabajo muscular es indispensable para mantener alto tu nivel anabólico y evitar pérdidas. Si nos centramos solamente en los aeróbicos es posible que nuestro metabolismo consuma parte del músculo, sobre todo si entrenamos intensamente. Dedica 2 ó 3 días a la semana a tonificar dividiendo los grupos musculares. ¡Notarás el cambio!