La mamoplastia de reducción es una operación de cirugía estética que tiene como objetivo elevar y mejorar el contorno de los senos cuando los tejidos comienzan a descolgarse y a volverse flácidos ya sea por una lactancia prolongada, un adelgazamiento importante, etc.



En principio, no es una intervención complicada pero es importante que sigas las indicaciones del especialista ya que la recuperación y los buenos resultados dependerán en buena parte de los cuidados postoperatorios que hayamos tenido.

Es natural sentir dolor los primeros días después de la cirugía. Normalmente estas molestias pueden controlarse con el uso de calmantes y analgésicos. Muchos especialistas colocan drenajes para facilitar la evacuación de líquidos y reducir la inflamación y el edema. Estos drenajes deben retirarse después de 24-48 horas dependiendo del caso.

Las primeras 48 horas después de la intervención, deberás guardar reposo absoluto ya que un esfuerzo excesivo podría provocar un desgarro en los tejidos aún sin cicatrizar.

Algunos médicos recomiendan también dormir semi-reclinada con unos almohadones detrás de la espalda para evitar la retención de líquidos y la inflamación.

No te quites los apósitos. Estos deben ser renovados por el cirujano en las visitas de control durante las dos semanas siguientes a la cirugía. Tampoco es recomendable mojar las cicatrices ni limpiarlas con alcohol o pomadas antisépticas hasta que el médico te lo indique. De lo contrario, podrías infectar la herida y perjudicar el proceso de sanación.

Es muy importante que uses la faja de compresión que te haya recomendado el especialista. Aunque sea un poco incómoda, es indispensable para que el pecho conserve un aspecto natural y los resultados sean óptimos.

Una semana después de la cirugía la mayoría de las pacientes hace una vida normal aunque se aconseja no realizar sobrecargas musculares hasta pasados tres meses.

Recuerda que debes consultar cualquier duda que tengas con tu médico, tanto antes como después de la intervención.