Para mantener una piel fresca y saludable hay que cuidarla diariamente. En los tratamientos faciales la principal protagonista es la epidermis.


Cuidados básicos para el cutis

Limpiar

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La actividad diaria y el contacto con los agentes físicos externos forman depósitos que obstruyen los poros. Esto impide que las células de la piel respiren y se renueven. Por esta razón el primer paso fundamental para el cuidado de la piel es limpiarla.

Los productos que se emplean para la higiene facial se conocen como leches o emulsiones, geles y cremas limpiadoras, de acuerdo a su consistencia. Permiten higienizar la piel, eliminando los restos de maquillaje, polvo y suciedad que se han ido depositando en los poros. A diferencia de los jabones, que tienen un alto pH y resecan la piel, las leches y cremas limpiadoras carecen de propiedades irritantes y/o sensibilizantes. Proporcionan suavidad al tacto y no dejan efecto graso. Presentan una viscosidad determinada que permita retener las partículas insolubles, también equilibran el nivel de grasa y humedad.

Se recomienda hacer la limpieza facial por la mañana, para retirar los restos de secrecciones sebáceas y células muertas de la epidermis que se desprenden durante el descanso nocturno, y por la noche para que la piel respire por los poros limpios, sin presencia de maquillaje ni de las partículas depositadas en su superficie a lo largo del día.

Tonificar

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Después de abrir los poros, en el proceso de limpieza, hay que cerrarlos y tonificar la piel. Los tónicos faciales son un buen complemento de la limpieza facial, que refrescan la piel y estimulan la circulación sanguínea.

En pieles grasas suelen emplearse aquellos que tienen propiedades astringentes. Se deben aplicar inmediatamente después de la limpiadora con un algodón, por la mañana y por la noche.

Humectar

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Las cremas humectantes gracias a su contenido de agua y aceites de origen vegetal o animal, permiten retener el agua en la piel, suavizándola, eliminando los síntomas de resequedad, escamas, líneas superficiales y tirantez.

La piel no se comporta de igual manera durante todo el día, se ha comprobado que la renovación de las células es mucho más activa cuando el cuerpo está en reposo. Por esta razón, aunque siempre son beneficiosas, se aconseja aplicarlas principalmente por la noche al acostarse. La capacidad de renovación celular nocturna es más elevada que la diurna, el flujo sanguíneo cutáneo aumenta, favorece la nutrición de la piel y los cambios celulares para eliminar las toxinas acumuladas durante el día. La piel está, por lo tanto, más receptiva y puede recibir de manera óptima los beneficios de un tratamiento. Durante el sueño la piel se relaja, por esta razón, los cosméticos específicos para el tratamiento nocturno incluyen adicionalmente sustancias calmantes, anti-inflamatorias o relajantes que favorecen el sueño profundo y reducen el estrés.

Contorno de ojos

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Es una de las zonas del rostro más delicadas, debido a que es una piel muy fina y puede verse afectada por diversos factores externos como el humo, el cansancio y trabajos que requieren fijación de la vista. Las cremas que se utilizan para el resto del rostro pueden afectar esta superficie porque tienen un mayor peso molecular y consecuentemente pueden originar arrugas o la caída de los párpados.

Las bolsas o abultamientos debajo del párpado inferior son producto de la acumulación de grasa entre la dermis y la epidermis, producido por diversos

desarreglos orgánicos. Las arrugas pueden originarse como consecuencia de falta de elasticidad y por la deficiente hidratación en esta zona.

Las cremas para el contorno de ojos deben aplicarse en pequeña cantidad, con movimientos circulares ascendentes, en el párpado inferior y en la zona de las ojeras.

Cuidados complementarios para el rostro

Para mejorar el aspecto y la salud de la piel hay que complementar el cuidado facial diario, aplicando determinados productos indicados para cada tipo de piel, que mejoran el tratamiento integral del cutis.

Mascarillas faciales

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Resultan efectivas por su capacidad de penetrar hasta la epidermis y aportarle a la piel los principios activos que contienen. Se aplican en la cara y en el cuello, perfectamente limpios, evitando el contorno de ojos.

En función de sus componentes las mascarillas pueden ser: rejuvenecedoras, astringentes, refrescantes, nutritivas, hidratantes o tensoras. La elección de sus ingredientes varía en función del tipo de piel. En las pieles secas y normales puede incluirse yogurt, miel, avena, aceites vegetales humectantes y nutritivos. En las que presentan mayor grasitud se pueden realizar con caolín y añadir unas gotas de limón.

Exfoliación

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Naturalmente se produce en la piel una exfoliación continua de las células muertas, las cuales son regeneradas por otras nuevas; pero con los años este proceso se hace insuficiente, siendo necesario realizarlo periódicamente con la ayuda de cremas o de geles específicos, denominados exfoliantes, indicados para cada tipo de piel.

El exfoliante se aplica en el rostro con la yema de los dedos o con un cepillo facial, realizando movimientos suaves circulares desde el cuello hasta la frente, durante unos minutos. Luego se retira con un algodón impregnado en agua. Es un producto especialmente formulado para limpiar en profundidad los poros, eliminar las células muertas dejando la piel lisa y renovada. Afina el engrosamiento y la textura de la piel, estimula la renovación celular, facilita los procesos de hidratacióm y oxigenación cutánea.

La harina de maíz es un exfoliante natural, mezclado con agua natural o agua de rosas, se puede aplicar en forma de mascarilla en el cutis y cuello. Otro componente que puede emplearse por su consistencia granulada es el azúcar.