Según opinan los expertos, cerca de un 10% de las personas que se someten a una intervención de cirugía estética sufren depresión postoperatoria.


Las razones de este estado de desánimo pueden ser muy diversas, pero en general nos afectan mucho las opiniones de otros (sobre todo las de nuestro entorno cercano).

Otro motivo puede deberse a la tardanza a la hora de obtener resultados satisfactorios. Cada cirugía tiene su ritmo y en ocasiones deben transcurrir semanas o meses antes de valorar el aspecto definitivo del paciente.

Todos estos sentimientos producen en nuestro organismo una serie de cambios de tipo orgánico en los cuales aumenta el nivel de cortisol a medida que se acerca el momento de la operación, hormona que desaparece de manera brusca transcurrida ésta. Como consecuencia se desarrolla como una especie de abstinencia que toma forma en la llamada “depresión postoperatoria”.

Lo mejor para evitar que los cambios emocionales nos afecten demasiado es tener una comunicación fluida con nuestro cirujano tratando de exponer con claridad nuestras dudas. Algunas terapias alternativas como los masajes, las flores de Bach o la musicoterapia pueden mejorar nuestro ánimo.