Seguramente has visto en muchas ocasiones que los cereales se sitúan en la base de las pirámides nutricionales elaboradas por diferentes sectores sanitarios.


Según la OMS, un 60% de las calorías que ingerimos diariamente deberían proceder de los carbohidratos. El hecho de que el principal aporte nutricional de los cereales sean carbohidratos, justifica su posición privilegiada dentro de la pirámide.

Sin embargo, en los últimos años, debido al aumento de afectados por diabetes tipo II y al alto porcentaje de personas con sobrepeso u obesidad, se ha abierto un debate acerca del consumo real de carbohidratos que sería saludable en las sociedades modernas (mucho más sedentarias que las del pasado y con necesidades energéticas menores). Los expertos en nutrición se replantean una pirámide alimenticia que refleje de forma más fiel una dieta sana y equilibrada. Por supuesto, esto no es tarea fácil ya que cada persona tiene una edad, sexo y nivel de actividad física diferente. No es bueno generalizar pero tampoco podemos englobar a todos los alimentos en una misma categoría… hay distintos tipos de cereales, varía el grado de refinamiento, etc.

Uno de los principales problemas de las dietas actuales es que la mayoría de la población supera el número de raciones recomendadas de cereales y optan por una escasa variedad (casi siempre arroz y trigo, ambos de tipo refinado).

Según la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (2006), debemos consumir entre 4-6 raciones de cereales al día en forma de granos, arroz o avena. Además es importante el consumo de harinas y sus derivados (pan, pasta) y patatas.

La pirámide de Harvard (2001) también mantiene a los cereales en su base pero especifica que estos deben ser integrales y combinarse con el consumo habitual de frutas y verduras. Los cereales refinados deberían tomarse de forma esporádica.

Otras pirámides nutricionales le dan a los cereales una relevancia menor y les asignan un consumo de menor frecuencia.

¿Cuántos cereales debemos comer entonces?

No hay una cantidad específica ya que dependerá de las necesidades nutricionales de cada persona. Si no tenemos ninguna enfermedad patológica ni somos celíacos, podemos desayunarlos a diario y tomar 2-3 raciones semanales de comidas completas a base de cereales (pasta, arroces, etc.).

También es recomendable que optemos por las formas integrales de los cereales, tomando los refinados de forma esporádica ya que aumentan el nivel de azúcar en sangre y, si se abusa de ellos, pueden acarrear problemas de tipo endocrino.

Por último ¡apuesta por la variedad! El trigo es muy saludable pero existen otras variedades interesantes como la avena, la quinoa, el trigo sarraceno, la pasta de arroz o el kamut.