La depresión es la enfermedad del siglo XXI. Afecta a más de 350 millones de personas en el mundo y diversos estudios afirman que la alimentación puede influir en la aparición de cuadros depresivos. ¿Hasta qué punto está ligada nuestra dieta con el estado de ánimo?


Seguro que has oído hablar de la serotonina, conocida popularmente como «hormona de la felicidad». Sin embargo tal vez no sabías que la producción natural de esta hormona se puede estimular o relentizar dependiendo de la ingesta de ciertos nutrientes.

Los especialistas han determinado, por ejemplo, que los edulcorantes artificiales deprimen el sistema nervioso. Rachel Fiske, consultora certificada de nutrición en San Francisco, afirma que el aspartamo frena la producción de serotonina y dopamina pudiendo ser la causa de cuadros de ansiedad.

Vigila también el consumo de alimentos procesados. Este tipo de comida contiene sustancias químicas nocivas que favorecen la aparición de enfermedades cardiovasculares e inflamación.

Los fritos tampoco son recomendables. Stephanie Fulton, del Hospital Universitario de Montreal, asegura que los alimentos ricos en grasa saturada contribuyen a desarrollar conductas depresivas, por las reacciones químicas que se producen en el cerebro. La Universidad de Navarra confirma sus conclusiones: en exceso, estos nutrientes incrementan la producción de moléculas como la citonina, que puede reducir la producción de serotonina.

Las universidades de Navarra y Las Palmas de Gran Canaria también han relacionado el consumo de grasas transgénicas y saturadas con el desarrollo de depresión.

Y para terminar, aunque sea algo conocido desde hace años, no podemos olvidar que el abuso de alcohol durante un tiempo prolongado desencadena depresión, ya que interfiere en receptores del sistema nervioso. Aun así, todavía no se han determinado los mecanismos asociados a esta reacción, tal y como confirma un estudio publicado en la revista Archives of General Psychiatry.