En más de una ocasión nos hemos referido en el blog a las virtudes de la aromaterapia. Los aceites esenciales o vegetales tienen propiedades capaces de mejorar nuestra salud física o mental cuando son inhalados o aplicados directamente sobre la piel con un suave masaje.


A diferencia de otras terapias, el potencial curativo de la aromaterapia procede de su capacidad para promover la relajación y, al mismo tiempo, generar una sensación de alegría o tranquilidad en quien recibe el tratamiento.

Las sustancias que se utilizan en aromaterapia no son fragancias (mezclas aromáticas empleadas en perfumería), son aceites esenciales puros, sustancias volátiles que son extraídas de diversas partes de las plantas y tienen propiedades curativas. Son las sustancias que dotan de un olor característico a la planta en la que se encuentran.

Los aceites esenciales pueden ser utilizados con un enfoque físico, emocional, o mental y son ideales combinados con otras terapias. Su eficacia y rapidez dependen de la pureza y calidad que contengan.

Para obtener resultados a nivel terapéutico es necesario no sólo que sean 100% puros, sino que estén convenientemente destilados.

La potente acción que tienen estas sustancias requiere muchos estudios y ha obligado ha desarrollar una aromaterapia científica, en la que se ha basado la comunidad internacional para establecer las normas internacionales en el uso terapéutico de los aceites esenciales auténticos.

Esta es la aromaterapia que con sus investigaciones permite explicar, por ejemplo, la acción inmunológica de ciertos aceites esenciales, pues se ha comprobado que después de un masaje de cuerpo entero con aceites esenciales activadores de la respuesta inmune, ésta queda elevada durante tres días seguidos. También se ha observado que en aplicaciones estéticas ayuda a reducir manchas oscuras, cicatrices, regenera arrugas y devuelve la tersura a la piel.

En los centros especializados encontramos propuestas de tratamientos con aromas de chocolate, de vino, de oriente o del océano, que nos entran por la nariz y por la piel en forma de masajes maravillosos, que nos transportan a otros lugares y que no ejercen ninguna acción terapéutica fuera de la relajación corporal.

Los aceites esenciales de calidad máxima 100% biológicos nos aseguran resultados óptimos y, además, reducimos considerablemente posibles reacciones alérgicas, provocadas en la mayoría de los casos por aceites esenciales adulterados o de mala calidad.

Si además de la relajación corporal deseamos actuar terapéuticamente sobre nuestro organismo, entonces ya debemos asegurarnos de que un especialista nos aplique verdaderos aceites esenciales con la dosis correcta y en un contexto terapéutico para encontrar resultados más allá de los puramente sensoriales, es decir, asegurarnos de aplicar Aromaterapia Científica. Una cosa no es mejor que otra, simplemente es diferente. Pero debemos conocer esa diferencia, y reconocer que un masaje de aromaterapia con aceites esenciales auténticos, además de ser una maravillosa experiencia sensorial, tiene una profunda acción terapéutica en el cuerpo y en el alma.

Por otra parte, un baño con aceites esenciales puede ser relajante o sedante, estimulante, tónico, afrodisíaco, productor de calor o de frío. Puede brindar alivio al dolor muscular y a las afecciones de la piel, y actuar como tratamiento o medida preventiva para numerosas afecciones físicas, dependiendo simplemente de la elección de los aceites añadidos al baño.

Sin embargo, es en la reducción del estrés donde los baños aromáticos resultan más valiosos.

El modo de preparar un baño aromático es muy simple. Debes llenar primero el baño con agua templada, justo antes de entrar en el baño, verter de 6 a 10 gotas de aceite esencial sobre el agua, y agitar dando vueltas con la mano para dispersar el aceite. No se debe preparar el baño de antemano, pues se pierde gran parte de los aceites, que son altamente volátiles. Algunos baños muy útiles son, por ejemplo, el preparado con aceite esencial de eucalipto y pino para mejorar las vías respiratorias, o el que se prepara con aceite esencial de lavanda y azahar.

Añadir el aceite esencial a un aceite portador, o a algún otro diluyente, como la leche o el alcohol, antes de echarlo en el agua, especialmente si la piel es sensible. La pequeña cantidad de aceite esencial utilizado en relación con la cantidad de agua de un baño ordinario puede resultar una sorpresa, pero es más que suficiente. El aceite se extiende formando una película muy fina sobre la superficie del agua, y parte de este aceite se adherirá a la piel al entrar en el baño. El calor del agua ayudará a la absorción del aceite a través de la piel, y parte del aceite será también liberado como vapor aromático e inhalado. De 15 a 20 minutos dentro del baño es tiempo suficiente para dejar que los aceites hagan su efecto.

La elección de los aceites dependerá del efecto que se espera producir. Algunos de los más valiosos y más frecuentemente utilizados son:

  • Lavanda: para relajarse, aliviar la tensión muscular y promover un buen sueño.
  • Argán: es muy hidratante, estimula la oxigenación celular, regenera la piel dañada y combate los radicales libres. Tras su aplicación, la piel recobra su luminosidad y vitalidad.
  • Manzanilla: para contribuir al sueño y aliviar las afecciones alérgicas de la piel.
  • Mejorana: para contrarrestar el enfriamiento y aliviar los dolores musculares.
  • Violeta: ejerce una acción lipolítica y antiedematosa, y además, potencia la acción de otras flores.
  • Romero: está especialmente indicado para tratar la piel grasa. También tonifica, estimula y revitaliza los tejidos y combate la flacidez y la hiperpigmentación.
  • Bergamota: tiene un efecto regocijante y elevador del ánimo, y por sus propiedades antisépticas y desodorantes.
  • Orquídea: retrasa el proceso de envejecimiento cutáneo y favorece la renovación celular.
  • Árbol del té: tiene propiedades bactericidas y es eficaz en el tratamiento de los hongos, especialmente en el caso de hongos en las uñas.
  • Rosa: es refrescante, antiinflamatoria, depurativa y antiarrugas.

¿Cómo pueden ayudarnos los masajes con aceites esenciales a relajarnos y reducir el estrés?

La aromaterapia actúa sobre el sentido del olfato y las emociones. Las investigaciones han demostrado que las personas responden a los olores a un nivel emocional superior que al de los otros sentidos. Un aroma puede desencadenar toda una sucesión de recuerdos casi olvidados (la zona del cerebro asociada con el olor es la misma que la de la memoria).

La región olfatoria es el único lugar de nuestro cuerpo donde el sistema central está relacionado estrechamente con el mundo exterior. De este modo, los estímulos olfativos llegan directamente a las centrales de conexiones más internas de nuestro cerebro. Las neuronas de la región olfatoria son neuronas sensitivas primarias y forman parte de las neuronas cerebrales.

Por otra parte, cuando se huele algo se evoca la memoria emocional, la que puede relacionar las emociones. Así, la memoria asociativa de aromas y situaciones generan el aprovechamiento de los aceites para uso terapéutico, pues la conciencia registra el aroma con la ambientación. Algunos aceites tienen la propiedad de transformar y equilibrar nuestras emociones, reduciendo la ansiedad, la depresión o la fatiga mental.

La aromaterapia actúa sobre los planos sutiles por ello ayuda a la meditación, visualizaciones, concentración y a todas aquellas técnicas destinadas a buscar el equilibrio y armonía interior. El usar el tacto es un instinto humano y una necesidad fundamental. La cultura humana ha empleado persistentemente el tacto como medio de comunicación, o bien en un contexto terapéutico o simplemente como expresión de solicitud y afecto. Es por ésto que los masajes son parte fundamental en la aromaterapia terapéutica.