El yoga es una de las actividades que más se ha popularizado en los últimos tiempos en gimnasios y centros deportivos. ¿Cuál es la razón de su éxito?

En primer lugar, tenemos que entender que el yoga no es una simple disciplina de fitness. Su finalidad es desarrollar la conciencia espiritual de cada uno haciendo que nos sintamos en armonía con aquello que nos rodea. Sus beneficios se extienden al plano físico y espiritual. Muchas personas que practican yoga habitualmente, afirman que les ha ayudado a combatir la depresión o el estrés.

Una de las técnicas a las que concede mayor importancia el yoga (los que lleváis tiempo con ello ya lo sabréis), es la respiración.

El Pranayama es un conjunto de técnicas dentro del yoga para aprender a controlar la respiración. Su nombre viene del término “Prana” que significa “aire” y “Yama” que significa “control”.

A nivel mental, aprender a respirar nos ayuda a dominar nuestras emociones. A nivel físico, realizar una correcta respiración aumenta nuestra capacidad pulmonar y nuestra resistencia al realizar ciertos esfuerzos físicos.

¿Qué tipos de respiración aprendemos al practicar yoga?

Existen principalmente tres tipos de respiración en el yoga: respiración abdominal, respiración torácica y respiración clavicular.

Respiración abdominal

Es la que realizamos normalmente. Cuando inspiramos la parte baja de los pulmones se llena de aire, el diafragma desciende y el abdomen se hincha. Está desmotrado que este tipo de respiración ayuda a controlar la ansiedad cuando se realiza de forma lenta y pausada. Además, el movimiento del diafragma estimula la circulación hacia el corazón y mejora los procesos digestivos.

Para practicarla, túmbate y coloca las manos sobre el abdomen a la altura del ombligo. Respira lentamente por la nariz haciendo uso de toda tu capacidad pulmonar. Haz una pausa y luego exhala poco a poco todo el aire hasta vaciar tus pulmones.

Respiración torácica

Se produce cuando hacemos fuerza con los abdominales al respirar.

Acuéstate boca arriba y concéntrate en tu respiración. Levanta las manos y colócalas suavemente en la parte superior del pecho. Al inhalar, la región media

del tórax debe llenarse de aire. Los pulmones se inflan y el pecho se levanta. Luego enfócate en la zona media del pecho e imagina que las partes frontal, lateral y posterior se ensanchan, expandiendo toda la caja torácica. Luego exhala todo el aire por completo. Notarás que las costillas se juntan y el pecho se hunde.

Puede que al principio este ejercicio te cueste un poco y sientas mayor resistencia a la entrada del aire que al practicar la respiración abdominal, mucho más sencilla.

Respiración clavicular

Es la que se produce cuando se llena de aire la parte superior de los pulmones. Para practicarla debes levantar las clavículas al mismo tiempo que inspiras y el aire se introduce lentamente. Notarás que sólo la parte superior de los pulmones recibe un aporte de aire.

Este tipo de respiración es la menos eficiente de todas.

En la práctica, cuando logramos el control de estos tres tipos de respiración se llama «respiración yóguica completa» y nos aporta una serie de beneficios:

  1. Mejor irrigación sanguínea.
  2. Aumento de la capacidad pulmonar.
  3. Ayuda en las funciones digestivas.
  4. Actúa sobre el sistema nervioso, favoreciendo la relajación.
  5. Rejuvenece la piel al oxigenar mejor los tejidos.
  6. Reduce el riesgo de enfermedad cardiaca (el corazón no tiene que esforzarse tanto para llevar oxígeno a la sangre).

¿Sois capaces de controlar todos los tipos de respiración en el yoga?