agua

El agua es un fluido fundamental para la vida. Se calcula que el 60 % del organismo de los adultos está compuesto por agua y este porcentaje incluye tanto a los órganos, los huesos y los músculos como a los tejidos internos, la piel, el pelo y por supuesto, la sangre.


El agua es vital para realizar algunas funciones de nuestro organismo como la digestión, la respiración o la oxigenación celular. Además es imprescindible para equilibrar las reacciones enzimáticas, transportar nutrientes y sales minerales y mantener la presión sanguínea.

Nuestro cuerpo pierde diariamente dos litros y medio de agua mediante la respiración, la sudoración, la orina o las heces. Por este motivo, es importante beber al menos dos litros de agua al día. En verano es aconsejable aumentar esta cantidad a dos litros y medio para contrarestar la transpiración corporal provocada por el calor. Esta recomendación debería hacerse extensible a las personas que practican cualquier tipo de deporte, ya que la actividad física hace que nuestro metabolismo consuma mayores niveles de oxígeno. Además el agua tonifica tu piel y ayuda a que los depósitos de grasa se desplacen y sean eliminados a través de la orina. Así, las personas que ejercitan su cuerpo y lo hidratan adecuadamente, tienen un tejido muscular más firme y elástico.

El mecanismo por el cual el cerebro nos informa de que debemos ingerir líquidos, sin embargo, no es perfecto. Por lo tanto, cada vez que sometamos nuestro cuerpo a un esfuerzo físico continuado, debemos beber agua sin esperar a tener sed. La cantidad depende de muchos factores desde el clima, la intensidad del ejercicio o el metabolismo del propio deportista, pero es aconsejable beber agua antes, durante y después del entrenamiento.

Algunos de los síntomas de deshidratación mientras practicamos ejercicio son: fatiga, sensación de sed muy acusada, disminución del rendimiento físico, calambres y en casos extremos, pérdida de la consciencia. Para evitar que esto ocurra, es aconsejable beber pequeños sorbos de agua mientras realizamos la actividad y vigilar la temperatura de la misma, pues no es recomendable tomarla ni muy fría ni muy caliente (alrededor de los 15 grados).

Tampoco conviene forzar nuestro organismo ya que el exceso de agua puede provocar hiponatremia, un desequilibrio electrolítico que hace que disminuyan las sales del torrente sanguíneo. Las campañas de márketing de las empresas embotelladoras en las que se incita a consumir agua sin medida, la publicidad engañosa o los mitos infundados como que el agua por sí sola tiene un efecto adelgazante, son algunos de los factores que pueden desencadenar esta enfermedad que sufren algunos deportistas.