Muchas chicas que van al gimnasio comienzan una rutina de tonificación para tener unas piernas torneadas y definidas. Surge entonces la duda de con cuánta frecuencia e intensidad debemos trabajar los músculos de esta zona.


En las piernas se encuentran los grupos musculares más grandes del cuerpo: cuádriceps, isquiotibiales, glúteos y pantorrillas. Ejercitarlos adecuadamente, supone un alto consumo energético.

Las rutinas más eficaces para ejercitar las piernas son aquellas formadas por ejercicios compuestos como las sentadillas, zancadas y peso muerto. Al incluir este tipo de ejercicios en nuestros entrenamientos, estaremos consiguiendo trabajar más de un grupo muscular a la vez, lo que hará que el rendimiento sea mucho mayor.

Ahora bien, también es necesario tener en cuenta que para que exista un crecimiento muscular óptimo, el descanso es fundamental. Debemos dejar pasar un mínimo de 48 horas de reposo para permitir que nuestros músculos se recuperen del esfuerzo y crezcan. Las temidas agujetas, en ocasiones, son consecuencia de no respetar este lapso de tiempo prudencial.

Para evitar el sobreentrenamiento y al mismo tiempo, no quedarse estancados en una meseta, se recomienda seguir una rutina ligero-pesada. Este método consiste en entrenar tus piernas dos veces a la semana: el primer día recurriremos a una carga pesada y a un número menor de repeticiones (normalmente de seis a ocho) y, tres o cuatro días más tarde volveremos a entrenar nuestras piernas pero con una carga más ligera y un número mayor de repeticiones (alrededor de doce). Este sistema es utilizado por muchos levantadores de pesas avanzados, pero existen otros métodos como dividir los grupos musculares del tren inferior (por ejemplo un día ejercitar los cuádriceps y otro los isquiotibiales o los glúteos).

Otros consejos útiles que te daremos son:

  • Descansa al menos 90 segundos entre cada serie para tener un tiempo de recuperación suficiente.
  • Sigue una dieta equilibrada donde abunden las proteínas magras y los carbohidratos complejos.
  • Combina los ejercicios de fuerza con el ejercicio de tipo aeróbico para impedir que la grasa se acumule en las zonas conflictivas.
  • No descuides el entrenamiento de otras partes de tu anatomía como los brazos (bíceps y tríceps) y la espalda para conseguir un desarrollo muscular armónico en la parte superior e inferior del cuerpo y para evitar posibles lesiones.