El sol es la fuente de energía natural indispensable para la vida, que nos proporciona luz, calor, una sensación de bienestar y energía.


Es importante para el cuerpo ya que regula las glándulas sebáceas, estimula el metabolismo, la circulación de la sangre, favorece la síntesis de vitamina D indispensable para la fijación del calcio, refuerza el sistema inmunitario, aumenta la temperatura cutánea favoreciendo la sudoración y la eliminación de toxinas.

La melatonina es un pigmento que se encuentra en el pelo, piel y ojos, cuya función es proteger de forma natural de los rayos UV y de la luz visible. Cada persona tiene una cantidad diferente de melatonina, como es el caso de las personas de ojos marrones tienen más melatonina que las personas de ojos azules y de la misma manera las personas que tienen piel morena tienen más melatonina que aquellas que tienen piel blanca. A medida que envejecemos la melatonina disminuye y aumenta la vulnerabilidad a los daños provocados por el sol.

La luz solar se descompone en diversas longitudes de onda, de las cuales tres llegan a la Tierra. La energía de estas radiaciones es inversamente proporcional a su longitud de onda. Es decir, cuanto más corta sea esta longitud más energía tiene.

UV (ultravioleta)

Dañan las células de la piel, producen enrojecimiento, manchas y alergias. Según su longitud de onda, se distinguen tres grandes zonas de radiaciones ultravioletas:

  • UVC: entre 100 y 280 nm. No llegan a la superficie de la Tierra. Son muy peligrosas para el hombre y las absorbe la capa de ozono de la atmósfera.
  • UVB: entre 380 y 315 nm. Son muy energéticas y respondables del eritema. Penetran a nivel epidérmico y provocan el bronceado de la piel. Desde las 12 a.m. hasta ñas 4 p.m., es cuando se alcanza la mayor intensidad de UVB, los rayos que más queman.
  • UVA: entre 315 y 400 nm. Son los de menor energía y llegan a niveles profundos de la dermis. Son más perjudiciales que los UVB porque tienen menor energía. Producen el envejecimiento de la piel y la pigmentación inmediata.

El índice UV representa una estimación del promedio de la radiación ultravioleta (UV) solar máxima en la superficie de la Tierra. Aunque la intensidad de la radiación UV varía a lo largo del día, tiene el valor más alto al mediodía y en ausencia de nubes. Cuanto más alto es el índice, más alta será la probabilidad de que la exposición a los rayos UV perjudique a la piel y a los ojos.

El índice UV se subdivide en:

  • 0 a 2: radiación mínima. El riesgo por exposición a la radiación ultravioleta es mínimo.
  • 3 y 4: radiación baja. Existe un bajo riesgo de daño por exposición al sol sin usar protección. Usar un protector solar de un SPF no menor de 15.
  • 7 a 9: radiación alta. Elevado riesgo de sufrir trastornos por exposición al sol sin usar protección. Disminuir al mínimo la exposición durante las horas de máxima intensidad de los rayos solares (10 a.m. a 4 p.m.). Utilizar protector solar de un SPF no menor de 15.
  • Mayor de 10: radiación muy alta. Riesgo sumamente alto de sufrir daños por exposición al sol sin usar protección. Evitar la exposición durante las horas de máxima intensidad de los rayos solares (10 a.m. a 4 p.m.). Utilizar protector solar de un SPF no menor de 15.

Cuanto mayor es la altitud, los rayos son más intensos porque hay menos atmósfera para filtrar su energía. A medida que nos acercamos al Ecuador, las radiaciones son más verticales y por lo tanto más peligrosas.

Visibles

Es la luz que perciben los ojos y permite distinguir los colores. Sin su presencia, veríamos todo en blanco y negro. Penetra hasta la hipodermis.

IR (infrarrojos)

Potencian el efecto de los rayos UV y liberan gran cantidad de energía calorífica sobre la piel.

La exposición solar, voluntaria o involuntaria, puede llegar a ser muy dañina para la piel humana si no se toman las precauciones para protegerse de la acción nociva de las radiaciones. Los efectos negativos que aparecen paulatinamente en la piel son consecuencia de la suma de las radiaciones solares recibidas a lo largo de los años. Los tejidos almacenan en su memoria horas de exposición.

protección UV
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La falta de protección a la radiación solar puede ocasionar fotoenvejecimiento cutáneo, cáncer de piel y cataratas en los ojos. El fotoenvejecimiento, se manifiesta como manchas solares, pérdida de firmeza, deshidratación, arrugas superficiales y profundas. También causan alergias e intolerancias solares.


Los protectores solares son productos que filtran el paso de las radiaciones A y B, preservando la piel de las alteraciones producidas por los rayos solares.

Cuando son utilizados adecuadamente, permiten disfrutar del sol sin sufrir daños. El nivel de protección que cada producto ofrece se mide según la unidad SPF (Sun Protection Factor), cuyo valor se calcula en base al tiempo promedio de exposición solar que se requiere para presentar eritema o quemadura solar: el poder de 2 SPF es del 50% de protección; 4 SPF, 75%; 8 SPF, 87,5%; 15 SPF, 93,3%; 30 SPF, 96,7% y 50 SPF, 98%. Los protectores solares más aconsejables son aquellos que tienen un factor de protección solar (DPF) de 15 o mayor y que sean resistentes al agua y a la fricción o roce.

El bloqueador solar es mucho más efectivo si el objetivo es proteger al máximo la piel de los efectos nocivos del sol. Poseen componentes que le permiten reflejar los rayos UV, similar al efecto que posee un espejo, repele los rayos sin permitir su paso a través de la piel.

En cambio, el protector solar filtra solo parte de estas radiaciones, es por esto que aún cuando tienen un efecto protector, éste no es absoluto ya que permite el paso de un porcentaje de rayos que pueden llegar a generar daños en la piel si no se realiza una exposición al sol de forma moderada.

Cuidados y precauciones

Para aprovechar los beneficios que el sol nos brinda hay que proteger el cuerpo de algunos efectos nocivos que pueden afectarnos.

  • Evitar la exposición solar en horas de alta intensidad de rayos UV, usualmente entre las 10 a.m. y las 4 p.m.
  • La nieve, arena y agua, reflejan los rayos ultravioleta. Las sombrillas y las carpas no garantizan protección contra los rayos solares.
  • Utilizar un protector solar con SPF 15 o mayor veinte minutos antes de la exposición directa, para lograr mejor penetración del mismo. Aplicarlo uniformemente en todo el cuerpo sin olvidar las zonas de las orejas, cuello, manos y pies. Recordar aplicar dosis extra en las áreas más expuestas como: nariz, mejillas, orejas y hombros. Se debe repetir la aplicación cada dos horas aproximadamente, independientemente del FPS usado, incluso si se trata de productos resistentes al agua o a la fricción.
  • La piel de los labios es muy sensible y propensa a sufrir herpes y grietas por el sol, por esta razón es muy importante utilizar un protector labial con protección solar.
  • Los fotoprotectores en algunos casos son resistentes al agua, pero no todos a la fricción de la toalla, la acción mecánica altera la protección buscada, por este motivo, hay que tener la precaución de reponer su aplicación.
  • El uso de sombreros es recomendable en todos los casos, principalmente en las personas calvas donde la cabeza se encuentra sumamente expuesta.
  • La piel de los bebés merece especial atención porque es más delicada, sensible y fina que la de los adultos. Presentan más riesgo de quemadura por exposición solar aquellos niños que son rubios, pelirrojos o de ojos claros.
  • La piel bronceada necesita igual protección que aquella que no lo está, y no está exenta de sufrir quemaduras.
  • Las nubes absorben la luz infrarroja y la visible, pero permiten el paso de los rayos ultravioleta. Por este motivo los cuidados mencionados anteriormente deben realizarse también en días nublados.