El consumo de fiambres y embutidos está muy extendido en la tradición gastronómica de nuestro país. No en vano los sandwich y bocadillos son el tipo de merienda o comida rápida a la que se recurre con mayor frecuencia. Sin embargo ¿cumplen los requisitos de una alimentación sana y equilibrada?
Los embutidos son ricos en proteinas, indispensables para mantener el tono muscular y la vitalidad; pero algunas veces también poseen gran cantidad de grasas saturadas y de sodio que pueden aumentar los niveles de colesterol malo en sangre.
También es cierto que no todos los fiambres son iguales: mientras que la mortadela o el chorizo contienen bastantes grasas (se nota a simple vista), la pechuga de pavo y el jamón cocido tienen carnes muy magras y son recomendables para comer como aperitivo, acompañamiento a ensaladas, etc. Con respecto al jamón serrano, aunque tenga una gran cantidad de proteínas de calidad y pocas grasas, no podemos olvidar su alto aporte de sodio (debe consumirse con moderación sobre todo si tenemos hipertensión arterial o problemas renales).
Una pequeña comparativa de embutidos en cuanto a su proporción de grasa por cada 100 gramos podría ser:
- Pechuga de pavo: 3 gramos de grasa cada 100 gr.
- Jamón serrano: 5,6 gramos de grasa cada 100 gr.
- Chorizo: 29,3 gramos de grasa cada 100 gr.
- Jamón cocido: 10,8 gramos de grasa cada 100 gr.
- Mortadela: 23,7 gramos de grasa cada 100 gr.
Además recordar que casi todos los embutidos (sobre todo los derivados de carnes rojas) son ricos en hierro, potasio, magnesio, fósforo y zinc.
Podríamos concluir que son aceptables en el marco de una vida saludable siempre que se consuman con moderación y se elijan las alternativas con menos grasas si los incorporamos con frecuencia a nuestros platos. Si estás siguiendo una dieta de adelgazamiento, debes seguir los consejos de tu médico endocrino o de un experto en nutrición.