La palabra aromaterapia viene del griego: «aroma» y «therapeia» que significa atención o curación. Consiste en la utilización de aceites esenciales para mejorar la salud.

La aromaterapia es una pseudociencia terapéutica que tiene un origen milenario. Existen escritos muy antiguos que se refieren a los aceites esenciales como elementos muy valiosos e incluso sagrados (la Biblia es un buen ejemplo), especialmente el aceite de incienso, mirra, etc.

Aunque el término «aromaterapia» como tal aparece registrado por primera vez en 1928 por el químico francés René-Maurice Gattefosé. Esta técnica no es considerada como parte de la medicina convencional sino que es vista como una terapia alternativa.

Sin embargo, desde tiempos inmemoriales, los aceites esenciales de diferentes plantas han formado parte de la medicina tradicional de diferentes países. Chinos, egipcios, griegos, romanos e hindúes los utilizaron para elaborar cosméticos, perfumes o remedios contra diferentes enfermedades.

En Centroamérica las esencias de plantas y flores se utilizaban para baños corporales.

Hipócrates (considerado el padre de la medicina actual), utilizaba sahumerios fragantes para liberar a Ateneas de la peste. Los soldados romanos también masajeaban a diario su piel con aceites aromáticos ya que pensaban que esto los mantendría fuertes.

La escuela de aromaterapia más antigua que se conoce surgió en la España de los siglos IX, X y XI durante la conquista musulmana. Luego estos conocimientos se difundieron por toda Europa y una de las principales vías de dispersión fue el conocido Camino de Santiago. Los sabios de toda Europa venían para aprender de los maestros alquimistas españoles.

Según los alquimistas el éxito de los tratamientos dependía de la pureza y calidad de los aceites esenciales empleados, ya que estos eran «el alma de las plantas», su parte más luminosa.

Se cree que la aromaterapia pasó a Occidente a través de las cruzadas, pues los registros demuestran que los aceites esenciales fueron utilizados para combatir la peste en el siglo XIV. En los siglos XVI y XVII la aromaterapia ya era muy popular en los grandes herbolarios europeos. En los siglos XVIII y XIX los científicos fueron capaces de identificar y aislar muchos de los principios activos de la química vegetal. Los químicos modernos aislaron las propiedades curativas de las plantas medicinales, y desarrollaron medicamentos farmacéuticos sintetizados con el consabido rechazo a la medicina vegetal que pasó a considerarse una terapia alternativa.

A comienzos del siglo XX el químico francés René-Maurice Gattefossé redescubrió el poder curativo del aceite esencial de lavanda cuando tras un accidente en el laboratorio, sufrió una profunda quemadura en una de sus manos. Fue tratado sin éxito con la medicina tradicional y, ya gangrenada su mano, pidió que se le aplicara aceite esencial de lavanda. Obtuvo una respuesta impresionante. Gattefossé se interesó así por el estudio de los aceites esenciales y vegetales. En 1928 empleó el término de «aromaterapia» para referirse al poder curativo de los aceites esenciales.

Tiempo después, un cirujano de la armada francesa llamado Jean Valnet, utilizó los aceites esenciales para curar a los soldados heridos en combate. En 1964 publicó un libro titulado Aromathérapie, considerado por muchos como la biblia de la aromaterapia.

Ya por los años ’50 la bioquímica y terapeuta francesa Margarita Maury, creó las primeras clínicas de aromaterapia en Bretaña (Francia) donde se realizaban masajes terapéuticos con aceites esenciales. Después de esto, muchos fisioterapeutas, masajistas, médicos y cosmetólogos comenzaron a interesarse por esta terapia alternativa y emplearon también aceites esenciales en muchos de sus tratamientos.

A pesar de esto, la aromaterapia es rechazada por la mayor parte de la comunidad científica y médica que la consideran como una pseudociencia, que al igual que muchas ramas de la medicina alternativa, se basa en el efecto placebo. Se considera que hay pocos estudios rigurosos al respecto.

Decir que la aromaterapia es una alternativa a la medicina tradicional es un error. Aunque puede aliviar síntomas de ciertas enfermedades, nunca debemos afrontar un problema de salud serio desde la perspectiva de las terapias alternativas. Sin embargo, también es un equívoco negarle su valor. Los aceites esenciales tienen muchas propiedades medicinales que no debemos pasar por alto. Pero una cosa es aplicarlos de forma tópica sobre la piel, aprovechándonos así de sus virtudes desinfectantes, regeneradoras y antiinflamatorias, y otra inhalar su aroma.

Los aromas son percibidos gracias al sentido del olfato, a través de unas células receptoras especiales que envían la señal al sistema límbico y al hipotálamo. Allí la información es procesada y percibimos el olor, pero también diferentes estímulos como relajación, concentración u optimismo. En la región límbica del cerebro se procesan las emociones, por eso los aromas despiertan en nosotros determinadas reacciones. La psicoaromaterapia es la parte de la psicología que estudia los olores y sus efectos en la mente humana.

Algunos efectos psicológicos de los aceites esenciales:

  • Relajantes: amaro, ciprés, clavel, enebro, gálbano, ylang-ylang, cedro, mandarina, manzanilla, mejorana, mirra, nerolí, rosa, sándalo y vetiver.
  • Equilibradores: albahaca, bergamota, geranio, incienso y lavanda.
  • Estimulantes: angélica, canela, cardamomo, clavo, elemí, eucalipto, hinojo, jengibre, lima, menta, naranja, palmarosa, petit grain, pimienta negra, pino, pomelo y romero.
  • Antidepresivos: albahaca, amaro, bergamota, clavel, geranio, ylang-ylang, incienso, jazmín, lavanda, lima, limón, mandarina, manzanilla, naranja, nerolí, pachuli, palmarosa, petit grain, pomelo, rosa y sándalo.
  • Afrodisíacos: amaro, angélica, canela, cardamomo, cilantro, clavel, clavo, gálbano, ylang-ylang, jazmín, jengibre, madera de cedro, nerolí, pachuli, romero, rosa, sándalo y vetiver.
  • Anafrodisíacos: alcanfor, mejorana.
  • Estimulantes de la mente: albahaca, cardamomo, cilantro, eucalipto, menta, pino y romero.

Propiedades de los aceites esenciales más utilizados en aromaterapia:

  • Aceite de albahaca: de olor dulce, es usado tradicionalmente para la depresión, los dolores de cabeza y para problemas respiratorios.
  • Aceite de árbol de té: utilizado desde hace miles de años por los aborígenes australianos. Estudios recientes han demostrado su eficacia para tratar muchos tipos de infecciones.
  • Aceite de jazmín: tiene un aroma muy agradable. Posee virtudes afrodisíacas y tonificantes.
  • Aceite de lavanda: de aroma dulce. Es uno de los más utilizados en aromaterapia gracias a sus propiedades relajantes y antisépticas. Es un antipirético natural.
  • Aceite de rosa: nos ayuda a relajarnos. También puede disminuir los dolores menstruales.
  • Aceite de sándalo: favorece la meditación. También es útil para mejorar la apariencia de las pieles secas.