No es la primera vez que hablamos en el blog de la importancia de cuidar las articulaciones. Muchas personas viven a diario con dolor en las rodillas, los hombros, los tobillos, la cadera… Con frecuencia, la causa de estos males es la artrosis, la enfermedad músculoesquelética con mayor prevalencia en la tercera edad y que afecta a una de cada cinco personas mayores de sesenta años.

La causa más común de la artrosis es la degeneración del cartílago, una estructura que recubre los extremos de los huesos en la región articular y que absorbe los impactos, la fricción y tensión en las zonas de carga.

La edad, la genética o el sobrepeso son algunos de los factores que nos predisponen a padecer esta enfermedad que es incapacitante en el 10% de los casos. Muchos pacientes sufren las molestias durante años y se atiborran de analgésicos para poder soportar el dolor, pero terminan finalmente en el quirófano cuando ya no pueden más.

En nuestro artículo de hoy te hablaremos de la artroscopia, un procedimiento quirúrgico que permite tratar problemas de articulaciones de manera muy precisa, siendo en algunos casos una buena alternativa a la cirugía abierta, más invasiva y con periodos de recuperación más largos.

La artroscopia es una de las especialidades de Artrosasun, centro médico de Cirugía Articular dirigido por el Dr. Jon Elorriaga Vaquero. Si sufres artrosis o cualquier otra patología que afecta a las articulaciones y estás buscando traumatólogo en Bilbao para iniciar un tratamiento con las mejores garantías, te recomendados acudir a su consulta en Santurtzi y Barakaldo (Bizkaia).

Artrosasun

En Artrosasun son especialistas en la recuperación de lesiones de cadera, hombro y rodilla mediante la técnica de la artroscopia.

En los siguientes apartados te explicaremos en qué consiste este procedimiento, pero antes de comentarte sus ventajas, nos detendremos a enumerar los diferentes tipos de artrosis y las opciones de tratamiento disponibles según el grado de deterioro de la articulación del paciente.

Tipos de artrosis

Dependiendo de la causa que inicia la enfermedad, las artrosis pueden ser de dos tipos:

  • Primarias o idiopáticas: cuando no hay un único factor que explique el deterioro de la articulación. La edad y los factores genéticos suelen ser las principales causas desencadenantes de su aparición. A su vez, la artrosis primaria puede ser localizada o generalizada si afecta a tres o más articulaciones.
  • Secundarias: tienen su origen en una causa conocida, por ejemplo, una fractura intraarticular, daño en el menisco, rotura de ligamentos, etc. También incluiremos dentro de este grupo las alteraciones articulares congénitas como la displasia congénita de cadera.

Conocer las causas de esta patología es esencial para dar con la solución indicada a cada tipo de problema.

Factores de riesgo

  • Edad: es más común en las personas mayores de sesenta años.
  • Sexo: las mujeres tienen un 26% más de probabilidades de desarrollar artrosis que los hombres.
  • Genética: el factor genético parece ser un componente de peso en las formas de artrosis generalizada.
  • Obesidad: la sobrecarga mecánica de las articulaciones provoca su desgaste prematuro.
  • Hormonas: es un punto controvertido, pero algunos estudios relacionan los cambios hormonales con el aumento de la prevalencia de artrosis en mujeres postmenopáusicas.
  • Nutrición: las vitaminas C y D tienen un papel protector frente al daño oxidativo del cartílago.
  • Actividad física: los deportes de alto impacto se asocian con el desgaste articular y un mayor riesgo de lesiones, pero el sedentarismo tampoco es bueno ya que conduce a la atrofia de la masa muscular. No olvidemos que el músculo funciona como un gran amortiguador e impide que el peso del cuerpo recaiga en las articulaciones.
  • Osteoporosis: a pesar de que durante décadas se consideró que la osteoporosis y la artrosis eran enfermedades mutuamente excluyentes, en los últimos años se ha señalado la posibilidad de que ambos procesos guarden una relación directa. Este análisis, sin embargo, se ve dificultado por la existencia de diferentes patrones en función de la localización de la artrosis. Así, cuando la artrosis se presenta en las articulaciones de carga como la cadera y la rodilla, se suele encontrar una densidad mineral ósea elevada, pero esta mayor densidad no parece proteger al paciente artrósico del riesgo de roturas. En cambio, cuando la artrosis afecta a las articulaciones periféricas como en el caso de las manos, los hallazgos apuntan a una densidad mineral ósea disminuida.

Síntomas de la artrosis

El síntoma principal de la artrosis es el dolor mecánico. Aunque el cartílago no posee terminaciones nerviosas, se cree que el dolor está producido por el daño en las estructuras vecinas: la distensión de la cápsula articular secundaria, la deformación progresiva del eje articular, la presión venosa intraósea y la sinovitis (inflamación de la membrana sinovial). Este dolor intenso es el motivo más frecuente de consulta al traumatólogo. Otros motivos son la rigidez y la limitación en las funciones de la articulación. Si los síntomas se agudizan, la articulación puede estar inflamada de forma persistente y doler también en reposo privando al paciente del descanso necesario.

El dolor y la incapacidad funcional son determinantes en la pérdida de calidad de vida y algunos de los motivos por los que puede ser necesario recurrir a la cirugía.

Tratamiento de la artrosis

El control del dolor es fundamental en el tratamiento de la artrosis. Con frecuencia el especialista indicará el uso de antiinflamatorios y analgésicos para que el dolor disminuya.

Los tratamientos conservadores como la fisioterapia tienen como objetivo fortalecer la musculatura de la zona y preservar el rango de movilidad de la articulación. Otras terapias complementarias son las infiltraciones de ácido hialurónico o los tratamientos con células madre para ralentizar la pérdida del cartílago.

¿Qué es la artroscopia y en qué casos se utiliza?

artroscopia

La artroscopia es un tipo de endoscopia en la cual se utiliza un instrumental llamado artroscopio para observar el interior de una articulación e intervenir de forma muy precisa ciertos daños articulares. Así se evita una cirugía abierta, mucho más agresiva para el cuerpo.

Para realizar una artroscopia el cirujano hará dos o tres pequeñas incisiones del tamaño de un ojal e introducirá a través de ellas un tubo estrecho con una cámara diminuta en el extremo. La imagen se transmite a un monitor de video de alta definición.

A través de las otras incisiones, el cirujano puede introducir otros instrumentos quirúrgicos de pequeño tamaño para operar problemas muy concretos que afectan a la articulación. Al final de la cirugía drenará la zona con solución salina y cerrará las incisiones con puntos de sutura.

Existen dos tipos de artroscopia: la terapéutica y la diagnóstica. Al introducir el artroscopio en la articulación el cirujano observa de forma directa el tipo de patología (una o varias) que afectan al paciente; en este momento estaríamos hablando de artroscopia diagnóstica. En una segunda fase, el cirujano procederá a resolver la patología y ya se trataría en este caso de artroscopia terapéutica.

La artroscopia terapéutica permite tratar los siguientes problemas:

  • Cartílagos rotos o dañados. Por ejemplo, un menisco roto.
  • Ligamentos rotos o dañados.
  • Inflamación o daño del revestimiento de la articulación.
  • Fragmentos de hueso sueltos.
  • En el caso de la rodilla, corregir una rótula desalineada o fuera de su posición.

Recuperación de una artroscopia.

La mayoría de los pacientes que se someten a una artroscopia para tratar problemas articulares pueden regresar al domicilio el mismo día de la cirugía. Al disminuir el daño en las partes blandas se consigue una mejor evolución post-operatoria. Además, las intervenciones que se realizan siguiendo este procedimiento suelen ser menos dolorosas y con una tasa menor de complicaciones que las cirugías abiertas, siempre que las practiquen cirujanos expertos y entrenados en la técnica.

Después de una cirugía de artroscopia es importante seguir las indicaciones del especialista para controlar la inflamación y el dolor. El tiempo de recuperación dependerá del tipo de problema y de la articulación que fue intervenida. Por ejemplo, en las operaciones de rodilla es necesario usar muletas durante un tiempo y no cargar peso en la articulación, al menos, en las tres primeras semanas. Después conviene realizar ejercicios suaves en los que no haya que soportar peso. Es posible que el traumatólogo remita al paciente a un fisioterapeuta para comenzar la terapia de rehabilitación.

¿Todos los pacientes son aptos para una artroscopia?

Desafortunadamente, no todos los pacientes pueden mejorar con la técnica de la artroscopia. Si existe un alto grado de deterioro de la articulación, la colocación de una prótesis será la única solución para que el paciente recupere la movilidad perdida y su calidad de vida.

Por eso, desde Artrosasun Unidad de Cirugía Articular insisten en la importancia de realizar un completo estudio radiológico y una resonancia magnética para conocer con exactitud el grado de afectación de esa articulación y descartar otras lesiones. Siempre que sea posible, la primera opción es recurrir a un tratamiento conservador.

Cuando no queda otra alternativa que la cirugía, el tratamiento requerirá un abordaje multidisciplinar. En el centro médico Artrosasun colaboran con otros profesionales sanitarios para asegurar un proceso terapéutico integral. Así, se supervisa de principio a fin la rehabilitación del paciente para lograr los mejores resultados.

¿El dolor de articulaciones te impide realizar cualquier actividad cotidiana? No lo postergues más y acude a la consulta del traumatólogo para conocer el alcance tu lesión articular y las opciones de tratamiento que tienes a tu alcance.