La psoriasis es una de las enfermedades más comunes de la piel. Se estima que afecta a cerca del 2% de la población mundial.


Algunos de los síntomas que identifican a la psoriasis son: desescamación, inflamación cutánea, enrojecimiento de la piel y dolor o picor en las áreas afectadas. Normalmente las placas aparecen en los codos, las rodillas, las palmas de las manos o de los pies, la parte baja de la espalda o el cuero cabelludo. También puede manifestarse en otras zonas del cuerpo como las uñas, los genitales o la parte interior de la boca.

A pesar de que la psoriasis tenga su manifestación clínica en la piel, puede afectar a otras partes del organismo; y, aunque no sea contagiosa, suele generar problemas de autoestima y salud emocional a las personas que la padecen.

¿Qué la provoca?

La causa exacta de la psoriasis es desconocida aunque se piensa que tiene su origen en un trastorno del sistema inmune. Las células de nuestra piel se regeneran aproximadamente una vez al mes. A medida que aparecen células nuevas, las más antiguas se mueren y se desprenden. En la mayoría de los casos el proceso es imperceptible, pero para las personas que sufren psoriasis no sucede así. Bajo esta condición, las células de la piel en las zonas afectadas se reproducen cada 3 – 6 días. Como consecuencia las células muertas se acumulan sobre la superficie, dando lugar a una lesión de aspecto engrosado y escamoso. A veces las placas son removidas o se unen formando lesiones sensibles y rojas que pueden llegar a sangrar. Es muy importante en este sentido extremar las medidas de higiene y usar jabones bactericidas para evitar que se produzcan infecciones.

Cualquier persona puede tener psoriasis pero es más frecuente en los adultos.

En algunos casos, las personas con psoriasis cuentan con antecedentes familiares. Actualmente los investigadores opinan que se produce debido a una combinación de factores genéticos y ambientales. Los niños cuyos padres hayan tenido psoriasis tienen más probabilidad de sufrirla de adultos, pero casi siempre hay un factor desencadenante: infecciones, quemaduras solares, estrés o incluso algunos medicamentos.

Tipos de psoriasis

Aunque se trate de la misma enfermedad, la psoriasis puede adoptar diferentes formas clínicas. Las más habituales son:

Psoriasis en placas

Es la forma más frecuente. Se caracteriza por la aparición de placas rojas bien delimitadas en codos, rodillas o en la zona sacra. Si abarcan mucha superficie corporal se habla de psoriasis generalizada.

Psoriasis del cuero cabelludo

Se presenta como una descamación seca muy adherida sobre una zona del cuero cabelludo. A veces se observan escamas gruesas y blancas en la frente, nuca o detrás de las orejas.

Este tipo de psoriasis puede confundirse con la dermatitis seborreica. Suele producir picor y en ocasiones las escamas se desprenden y se ven sobre la ropa como caspa blanquecina. Estas pueden ablandarse temporalmente cuando se usan cremas o lociones con ácido salicílico.

En la cara

Es poco frecuente pero cuando ocurre llega a ocasionar problemas emocionales en la vida del paciente. La piel del rostro es más delicada que la de otras zonas del cuerpo por lo que hay que tener cuidado con los tratamientos de uso tópico que empleamos porque pueden causar irritación y otro tipo de efectos secundarios.

En las plantas de los pies y en las palmas de las manos

Puede interferir mucho en la vida personal y laboral, ya que la piel suele agrietarse provocando sangrado y dolor. Su tratamiento es complejo.

Psoriasis en las uñas

Puede asociarse a otro tipo de psoriasis. Su diagnóstico es difícil porque todas las enfermedades de las uñas se parecen mucho: a veces estas se engrosan y en otras ocasiones aparecen manchas amarillas. Siempre es aconsejable la valoración de un dermatólogo.

Psoriasis invertida

Aparece en los pliegues cutáneos como las axilas, ingles, nalgas o bajo los pechos. Las placas son más rojas y menos descamativas. Suele ser dolorosa ya que pueden aparecer fisuras.

Psoriasis en gotas

Las lesiones suelen ser pequeñas (menores de 2 cm.), numersosas y distribuidas por todo el cuerpo como si fuesen salpicaduras. Es más frecuente en niños y suele originarse a raíz de una infección bacteriana. Este tipo de psoriasis suele responder bien a los tratamientos tópicos y a la fototerapia.

Psoriasis eritrodérmica

Las lesiones afectan a casi toda la superficie cutánea. Es una de las formas más graves de la enfermedad y suele requerir ingreso hospitalario. Afortunadamente, es muy poco frecuente.

Psoriasis pustulosa

Es una complicación grave y poco habitual. Aparecen pústulas sobre las placas.

Tratamiento

Los tratamientos para la psoriasis pueden conseguir que desaparezcan las lesiones y exista una gran mejoría, sin embargo todavía no hay una cura definitiva.

Su elección dependerá de otros factores como el tipo de psoriasis, la gravedad de la enfermedad y el tamaño de las placas.

En todos los casos los especialistas coinciden en decir que un diagnóstico temprano es de vital importancia. Sin embargo no siempre es algo sencillo ya que sus síntomas se confunden con los de otras enfermedades de la piel. Una biopsia o análisis de una pequeña muestra de piel servirá al dermatólogo para diagnosticar la psoriasis y otros posibles trastornos.



El tratamiento que se preescriba tendrá como objetivo controlar los síntomas y prevenir una infección.

Hay tres opciones disponibles:

Tratamientos tópicos

Son aquellos que se aplican directamente sobre la piel o el cuero cabelludo. Su finalidad es la de desinfectar, reducir la inflamación y acelerar los procesos descamativos permitiendo que las células se oxigenen a través de los poros.

Estos pueden abarcar: cremas con cortisona, ungüentos que contengan alquitrán de hulla o antralina, lociones a base de ácido salicílico o ácido láctico para facilitar el desprendimiento de las escamas, retinoides y cremas regeneradoras.

Fototerapia

Es un tratamiento médico en el cual la piel se expone cuidadosamente a la luz ultravioleta. Puede administrarse luz ultravioleta A (UVA) o luz ultravioleta B (UVB).

Tratamiento sistémico

Cuando la psoriasis es fuerte, los médicos pueden recetar medicamentos o inyecciones que inhiben la respuesta inmunitaria del cuerpo. Abarcan desde el metotrexato o ciclosporina a ciertos retinoides como la acitretina.

Algunas veces el especialista puede decidirse por una terapia combinada para obtener mejores resultados y reducir las dosis de antibióticos.

Otros consejos saludables

  • La psoriasis es una enfermedad crónica. Puede desaparecer por períodos largos de tiempo para luego volver. De todos modos, con el tratamiento médico adecuado suele mantenerse bajo control y no afecta a la salud general.
  • Algunas personas con psoriasis sufren además algún tipo de artritis. Si tienes dolores articulares frecuentes, convendría consultarlo con tu reumatólogo.
  • No existe ninguna forma de prevenir los brotes pero sí de contraer las infecciones bacterianas producidas por las lesiones de la piel. Para ello es muy importante cuidar nuestra higiene duchándonos diariamente. Evita sin embargo frotar enérgicamente con la toalla ya que esto podría irritar la piel y empeorar su estado.
  • Mantén la piel humectada con cremas y lociones específicas para la piel sensible. Ten mucho cuidado sin embargo con las exfoliantes y mascarillas que utilizas ya que pueden ser demasiado agresivas.
  • Reduce el consumo de alcohol y de comida chatarra.
  • Si tienes problemas emocionales piensa en buscar ayuda o en apuntarte en un grupo de apoyo para personas con psoriasis. Recuerda que el estrés agudiza sus síntomas.