El tono de nuestra piel viene determinado por nuestros genes, al igual que el color de nuestros ojos o de nuestro cabello. Sin embargo, para cambiar el aspecto de estos últimos es tan sencillo como recurrir al uso de lentillas o a los tintes pero ¿qué pasa si queremos cambiar nuestro color de piel?


Realmente no es algo tan sencillo. Resulta mucho más fácil ponerse morena que aclarar una piel oscura, si es que ésta es tu intención. Existen muchos cosméticos en el mercado y de venta en farmacias que rebajan paulatinamente el tono pero si quieres conseguir una diferencia notable de color, el único recurso verdaderamente eficaz es el láser.

Antiguamente, las mujeres utilizaban remedios caseros para blanquear la piel. No tienen la misma efectividad que las fórmulas cosméticas convencionales porque su capacidad de exfoliación es menor; sin embargo si somos constantes y durante el tiempo que dure el tratamiento minimizamos las exposiciones solares, conseguiremos aclarar un poco el color natural de nuestra epidermis.

Debes tener en cuenta que, a pesar de tratarse de ingredientes naturales, si tienes la piel sensible es preferible que consultes a tu dermatólogo antes de usarlos pues podrían provocarte algún tipo de alergia o irritación.

Dependiendo de la zona del cuerpo que vayamos a tratar, utilizaremos una receta diferente:

Rostro y cuello

Exfoliante de clara de huevo y limón

Bate en un recipiente limpio una clara de huevo y agrégale el zumo de medio limón y una cucharadita de azúcar. Sobre el cutis limpio y húmedo, utiliza esta mezcla a modo de exfoliante realizando movimientos circulares y ascendentes. Una vez que termines, lava tu cara con abundante agua fría.

Puedes usar este remedio hasta dos veces por semana. La clara de huevo tiene además un efecto reafirmante. Aplícatela, eso sí, siempre antes de ir a dormir ya que el ácido cítrico del limón vuelve tu piel fotosensible.

Agua de arroz

En otras ocasiones os hablamos de las maravillosas virtudes de este antiguo secreto de belleza practicado por las gheisas para limpiar de impurezas nuestro cutis. Sin embargo, el agua de arroz también sirve para aclarar progresivamente el color de la piel. Simplemente, hierve un puñado de arroz en tres tazas de agua, espera a que enfríe y cuela el líquido resultante. Aplícate el agua de arroz con ayuda de un algodoncito sobre tu cara dejando que actúe toda la noche.

Mascarilla de naranja

Reserva las cáscaras de las naranjas después de tomar su zumo y déjalas al sol hasta que se sequen. Pícalas bien en una picadora hasta que queden como un polvillo. Mézclalo con un poquito de leche y utiliza esta pasta a modo de mascarilla dejando que actúe unos 15 minutos y evitando el contorno de los ojos.

Tónico de perejil

Prepara una infusión con hojas de perejil picado y deja que repose media hora hasta que se enfríe. Cuélala y extiéndela por todo tu rostro con ayuda de un algodón como si de un tónico se tratase. Evita las exposiciones solares las horas posteriores a usar este remedio.

Cúrcuma

También llamada «azafrán de la India», las mujeres de este país la utilizan a veces para inhibir el vello facial pero también reduce la producción de melanina en la piel. La mezcla se prepara removiendo la cúrcuma en polvo con un poquito de agua, pero debes tener en cuenta que mancha mucho y tienes que usar una leche desmaquillante o jabón facial para retirarla después.

Contorno de ojos

La piel de esta zona puede estar oscurecida puede estar oscurecida haciendo que se marquen ojeras profundas y que nuestros ojos parezcan más hundidos. Sin embargo, no podemos emplear cualquier tipo de ingrediente en esta área ya que podrían provocar irritación ocular. Lo mejor, es rallar un poco de patata cruda y envolverla en unas gasitas esterilizadas dejando actuar este parche entre 15 y 20 minutos. Pasado este tiempo, aclara la zona con abundante agua fría y verás que las ojeras marrones han desaparecido.

Cuerpo

Antiguamente, las mujeres solían aclarar su piel mediante baños de leche (buttermilk). La leche agria tiene un alto contenido en ácido láctico que realiza un peeling natural sobre la superficie de nuestra epidermis.

No es necesario que te bañes en leche como Cleopatra. Puedes aplicarte una poca cantidad con ayuda de una esponjita o algodón, repartiéndola bien. Deja que actúe unos minutos y después dúchate con agua y jabón para que tu piel no quede con un olor desagradable.

Otra posibilidad es usar leche de soja (menos ácida pero con muchas propiedades nutritivas). Mezcla una taza de leche de soja con media taza de avena en grano y una cucharada de miel. Emulsiona bien todos los ingredientes y utilízalo como una crema exfoliante durante la ducha, sobre tu piel mojada. Este remedio casero, además de aclarar progresivamente la epidermis la deja suave, luminosa y uniforme. Puedes aplicártela una o dos veces por semana.