La vuelta de vacaciones supone un desajuste de nuestras rutinas y estilo de vida. Nuestro organismo lo nota, y algunas de sus funciones pueden verse alteradas, por ejemplo, el tránsito intestinal regular.

Por regla general, una persona adulta realiza por lo menos tres evacuaciones a la semana, aunque bien es cierto que cada individuo sigue patrones diferentes a lo largo de su vida y en esto influyen muchos factores como la edad y el tipo de alimentación. Algunas personas van con más frecuencia al baño, lo que debe ser un poco señal de alarma es si  las heces son muy duras y sobre todo si les cuesta expulsarlas. Cuando cambia la regularidad con la que evacuamos, la consistencia de las deposiciones o si aparecen molestias al hacer de vientre, es muy probable que estemos atravesando un pequeño desajuste en el buen funcionamiento de nuestro tránsito intestinal.

¿Por qué el intestino se vuelve perezoso al regresar de las vacaciones?

¿Quién no siente algo de pereza al retomar sus rutinas? ¡Nuestro intestino también! Los cambios en nuestro estilo de vida nos hacen abandonar muchos hábitos.

El buen funcionamiento del intestino depende en parte de unos pequeños microorganismos (principalmente bacterias) que constituyen lo que se conoce como microbiota intestinal o flora intestinal. Actúan como defensa natural del organismo, colaborando en la correcta absorción de minerales (calcio, hierro, magnesio) y vitaminas y, además, aseguran el buen funcionamiento del sistema digestivo. Mantener el equilibrio de la flora intestinal es clave para garantizar así que nuestro intestino funcione como un reloj.

Sin embargo, cuando terminan las vacaciones y volvemos a nuestras actividades cotidianas, se pueden llegar a producir una serie de cambios que rompen este delicado equilibrio y alteran lo que entendemos como un ritmo intestinal normal.

Cambios en los horarios

Cambia la hora a la que nos levantamos y nos acostamos y esto nos hace perder en muchos casos nuestra rutina habitual de ir al baño.

Variaciones en la dieta

Normalmente están relacionadas con una reducción en la ingesta de fibra (cereales integrales, hortalizas y frutas). La fibra es un nutriente esencial para el organismo y una de sus funciones principales es la de ayudarte a garantizar un tránsito intestinal regular.

Muchas de las dietas rápidas que seguimos después del verano restringen demasiado el consumo de carbohidratos. Lo que sucede es que en la mayoría de los casos estos mismos alimentos son también fuente de la fibra necesaria para el buen funcionamiento del intestino por lo que al eliminarlos de nuestras comidas podemos comenzar a notar que nos cuesta más ir al baño.

El consumo de fibra debe acompañarse también de una ingesta suficiente de agua. De este modo, la fibra hará su efecto de aumentar el volumen del bolo fecal mejorando el tránsito intestinal.

Disminución de la actividad física

¡Terminó el verano y terminó la operación bikini! Mucha gente abandona el gimnasio o sus rutinas de salir a correr y se preparan para la vuelta a la oficina y a una vida sedentaria.

Los movimientos del intestino no son voluntarios y, si una persona no se mueve nuestros intestinos tampoco lo harán. Nos guste o no, el ejercicio físico es vital para garantizar el tránsito intestinal regular.

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