La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la deshidratación como una “alteración que sufren los seres humanos ante la ausencia de sales minerales y agua en el cuerpo”. En los meses más calurosos del año, debido a la exposición a las altas temperaturas, las posibilidades de deshidratarnos son más altas, sobre todo si practicamos ejercicio de forma intensa o no bebemos suficiente líquido.


La deshidratación afecta a individuos de cualquier edad, pero es más peligrosa en bebés, ancianos y mujeres embarazadas.

Una de las consecuencias más peligrosas de la exposición al sol es el golpe de calor o hipertermia. Se produce cuando el cuerpo no puede regular la temperatura con suficiente rapidez en situaciones de calor extremo.

Los síntomas más habituales del golpe de calor son:

  • Dolor de cabeza
  • Mareos
  • Piel roja y caliente
  • Sensación de agotamiento
  • Respiración y frecuencia cardiaca aceleradas
  • Deshidratación y reducción de la orina
  • Anhidrosis (ausencia de sudor)
  • Alteración del estado mental, desorientación, confusión y pérdida del conocimiento.

¿Cómo prevenir la deshidratación y el golpe de calor en verano?

Norma Guezikaraian, Directora de la carrera de Nutrición de Fundación Barceló, señala la importancia de no dejar pasar por alto los síntomas de la deshidratación. El primero de ellos suele ser la sed. A medida que la deshidratación avanza aparece sed intensa, sequedad en la boca, temperatura corporal superior a 39ºC, sudoración excesiva, debilidad, dolor de cabeza, mareos y/o desmayos. Si la deshidratación es consecuencia de un golpe de calor podemos observar también otras señales de alarma como piel seca y enrojecida, ritmo cardíaco acelerado, hipertensión arterial y orina de color oscuro. Son indicios de que debes acudir inmediatamente a tu centro de salud más cercano.

Para evitar que esta situación llegue a darse, es decir, que suframos deshidratación o un golpe de calor, es importante cuidarse siguiendo estos consejos.

Mantener la hidratación

Es importante beber unos dos litros de agua al día y evitar las bebidas alcohólicas, café y refrescos con mucho azúcar. No esperes a sentir sed, esta sensación es un mecanismo tardío de nuestro organismo que nos avisa de la necesidad de recuperar el líquido corporal.

Si vas a practicar deporte, es conveniente beber medio litro de agua antes de iniciar la actividad física y medio litro al finalizar. Si se trata de ejercicio intenso como el running o el ciclismo, debes llevar contigo un botellín de agua y beber pequeños sorbos cada 10-15 minutos mientras dura el entrenamiento.

No hacer ejercicio en las horas punta.

No hagas ejercicio al aire libre en las horas de mayor temperatura, generalmente desde las once de la mañana hasta las cuatro de la tarde. Si tienes que salir de casa por algún motivo, camina por la sombra y trata de permanecer en lugares frescos.

Ropa ligera y de colores claros

En la calle utiliza ropa de tejidos frescos y colores claros. Elige un tipo de calzado que permita la transpiración del pie y ponte una gorra o sombrero si vas a pasear bajo el sol.

Consumir frutas y verduras.

Nos aportan agua, vitaminas y minerales indispensables para mantenerse hidratado y estar dentro de los niveles electrolíticos normales.

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