El órgano más extenso y de mayor volumen del cuerpo humano es la piel, a través de la cual nos relacionamos con el exterior. De ella dependen los anexos cutáneos formados por el pelo, uñas, glándulas sebáceas y sudoríparas.


Estructura

La piel humana está compuesta por tres capas, bien diferenciadas, cada una de ellas con funciones características:

Epidermis

Es la capa superficial de la piel que se encuentra en contacto con el exterior, actúa como primera barrera de protección del organismo y es la que sufre mayor irritación y deterioro. Sin embargo se regenera constantemente por medio de un proceso llamado descamación, en el cual las células muertas se caen para dar lugar a las células nuevas. Su función principal es mantener la hidratación de la piel y protegerla de la radiación solar.

Está constituida por distintas capas de células perfectamente estratificadas. La capa superficial es la capa córnea. Su espesor varía según las distintas partes del cuerpo. La más gruesa es aquella que cubre la palma de las manos y la planta de los pies.

La capa profunda de la epidermis asegura la renovación continua de la capa córnea y en ella se encuentran otro tipo de células llamadas melanocitos. De ellas depende el color de la piel, ya que son las células que fabrican la melanina. Este pigmento se encuentra en mayor cantidad en las pieles oscuras que en las claras.

Dermis

Se encuentra debajo de la epidermis, conformando el tejido de sostén de la piel, proporcionándole elasticidad y tersura. Está formada principalmente por fibras de colágeno y elastina. Las fibras de colágeno otorgan firmeza y resistencia a los tejidos. Mientras que las fibras de elastina, que son más finas que las anteriores, le otorgan elasticidad a la piel.

En esta capa se localizan asimismo las células sensoriales. Toda sensación de dolor, picor y temperatura son trasmitidas desde los receptores al cerebro en forma de impulsos eléctricos a través del tejido nervioso

Hipodermis

También denominado tejido subcutáneo. Es el estrato más profundo de la piel. Contiene numerosas células llamadas lipocitos cuya misión principal es la creación de la grasa cutánea, más conocida como tejido adiposo.

Está cubierta por una densa red de vasos sanguíneos por medio de los cuales se conecta con los órganos profundos.

En la hipodermis se encuentran las glándulas sudoríparas y los folículos pilosos a los que están unidas las glándulas sebáceas.

Funciones vitales de la piel

Entre sus múltiples funciones la piel permite:

  • Eliminar las sustancias nocivas para el cuerpo a través de las glándulas sudoríparas.
  • Regular la temperatura corporal manteniéndola constante.
  • Percibir estímulos que provienen del exterior como el dolor, frío y calor, a través del tacto.
  • Absorber el oxígeno, la luz y el agua, imprescindibles para la vida celular.
  • Actuar como barrera protectora ante los agentes agresivos externos.

El pH de la piel

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En todas las sustancias químicas se puede medir el pH (potencial del hidrógeno), indicador que marca el grado de acidez o de alcalinidad que poseen, en una escala del 0 al 14, siendo el 7 el que indica un punto neutro (ni ácido ni alcalino) en donde los iones de hidrógeno e hidróxido son iguales. Cuando el pH es menor que 7, la solución es ácida, y cuando es mayor que 7, es alcalina.

La secrección de las glándulas sudoríparas ecrinas y de las glándulas sebáceas determinan el pH de la piel.

El pH promedio para las mujeres es de 5,5 y algo menor en los hombres, aproximadamente 5, variando según el lugar de la piel donde se mida. Las mejillas, por ejemplo, tienen un pH más elevado que la frente. Las axilas y las plantas de los pies tienen los valores más altos. Si el pH cutáneo es inferior a 7 significa que la piel dispone de una barrera de protección ácida con propiedades bactericidas y fungicidas de fundamental importancia para la salud. El equilibrio fisiológico de la piel puede ser alterado debido a un incremento del valor pH hacia la zona alcalina por el empleo frecuente de jabones. Cuando el valor del pH se sitúa por encima de la zona fisiológica durante un tiempo, se produce una disfunción del sistema de defensa de la piel que propicia las infecciones.

El cabello sano tiene un pH entre 4,5 y 5,5. Muchos procesos químicos como la tintura, permanente, alisados, mechas y decoloración, alteran significativamente este valor.