¿Alguna vez has pensado en crear tu propio jabón en casa como hacían antaño nuestras abuelas? Existen muchas técnicas de elaboración, pero tal vez la más conocida sea la de proceso en frío. Se emplean aceites, agua destilada y sosa caústica o potasa (además, claro está, de todos los materiales necesarios para protegerse).

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Antes de comenzar a preparar nuestros jabones caseros, debemos entender y tener presente en qué consiste el proceso de saponificación.

La saponificación es la reacción química entre un ácido graso y un medio alcalino que separa la glicerina y los ácidos grasos. Dicho de otro modo, al mezclar ácidos grasos (aceites vegetales o grasas animales) con el agua destilada y un medio alcalino que en este caso sería la sosa caústica (NaOH) o la potasa (KOH), se obtiene el jabón y al mimo tiempo la glicerina.

Debes tener en cuenta que tanto la sosa cáustica como la potasa son sustancias muy peligrosas que deben manipularse con cuidado y usando una serie de medidas de seguridad. Te recomendamos utilizar siempre prendas de manga larga que no dejen la piel al descubierto, emplear gafas de seguridad, guantes y mascarilla, además de hacerlo siempre en un lugar ventilado.

Si quieres elaborar un jabón de uso cosmético, debes tener en cuenta algunos conceptos sobre la saponificación para obtener un jabón perfectamente saponificado, con propiedades limpiadoras y emolientes y que no irrite la piel.

Siempre que fabricamos jabón utilizando el proceso en frío, debemos dejar que repose entre 4-6 semanas. Tiempo necesario para que el jabón se seque, se endurezca y su pH baje a valores comprendidos entre 8.5 y 9.5. Este tipo de jabones son aptos para la limpieza pero no para la higiene personal.

Para hacer jabones de uso dermo-cosmético, debemos saber que cada aceite tiene un índice de saponificación diferente. Este índice nos indica la cantidad de sosa caústica que debemos emplear para la completa saponificación del aceite. Esto nos garantiza que no quede ningún resto de sosa que pueda irritar nuestra piel y, al mismo tiempo, que tenga propiedades humectantes. Para ello debemos tener en cuenta otro concepto: el de sobreengrasamiento. Esto quiere decir que para conseguir un jabón apto para la higiene corporal, debemos poner menos cantidad de sosa o potasa para que una parte del aceite no quede saponificado.

Cuanto más sobreengrasamiento tenga un jabón, será más blando, suave y nutritivo. También producirá más cantidad de espuma. Un jabón menos sobreengrasado será más duro, menos hidratante y espumoso, pero que limpiará más.

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Para pieles secas o sensibles, recomendamos hacer jabones con un alto porcentaje de sobreengrasamiento (entre un 5% y un 12%). En cambio para pieles grasas recomendamos un sobreengrasado menor (en torno al 5%). La mayoría de los artesanos jaboneros, usan un sobreengrasado de 8% que es una medida estándar.

El sobreengrasamiento también tiene un riesgo y es que el jabón puede estropearse si una parte del aceite no queda saponificado. Si tu piel es bastante seca y quieres un jabón que la hidrate y la deje suave, puedes añadirle unas cápsulas de vitamina E (un poderoso antioxidante que evita que la piel pierda parte de su humectación natural).

Índice de saponificación de los aceites más usados

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Para saber la cantidad de sosa que debes utilizar en la elaboración del jabón, tenemos que multiplicar la cantidad de aceite que vayamos a emplear por su índice de saponificación. Por ejemplo, si queremos hacer un jabón de aceite de oliva:

200 ml aceite de oliva x 0.136 IS aceite oliva = 27.2 gr sosa caústica

Este sería un jabón apto para uso doméstico, pero no para la higiene corporal ya que tiene un 0% de sobreengrasamiento. Para que el jabón sea adecuado para el uso dermo-cosmético, debe tener entre un 5% y un 12% de sobreengrasamiento. Pongamos por caso, que queremos hacer este mismo jabón de aceite de oliva pero para limpiar nuestra piel. Entonces si elegimos un sobreengrasamiento del 8%, quitaremos un 8% de sosa cáustica a la cantidad que obtuvimos anteriormente:

27.2 gr. de sosa caústica x 0.92 (8%) = 25.02 gr. de sosa caústica

¿Y cuánta agua destilada debemos emplear?

Aproximadamente un tercio de la cantidad total de aceite.

200 ml de aceite de oliva / 3 = 66.66 ml de agua

Si en vez de aceite empleamos grasa animal o vegetal, necesitaremos más agua para que el jabón no quede muy duro.

En resumen, nuestro jabón de aceite de oliva para uso cosmético tendría:

  • 200 ml de aceite de oliva
  • 25.02 gr de sosa caústica
  • 66.66 ml de agua

Pasos a seguir:

  1. Ponte las gafas protectoras y los guantes.
  2. Toma también un recipiente de acero inoxidable y utensilios de madera para remover. Necesitarás, además, un termómetro para comprobar que el agua y la sosa están a la misma temperatura.
  3. Diluye la sosa en el agua, poco a poco y con cuidado. Cuando llegue a los 80º, la dejaremos enfriar.
  4. Incorporaremos después el aceite removiendo constantemente para que no se corte la mezcla.
  5. Cuando enfríe hasta 40º y adquiera una textura cremosa, puedes añadir los aromatizantes o colorantes vegetales.
  6. Finalmente, vierte la mezcla en moldes de silicona. Tapa con film y cubre con un paño.
  7. Debes esperar un mínimo de 30-40 días para que el jabón se endurezca y se saponifique correctamente. Después podrás desmoldarlo y cortarlo con una cuchilla en partes iguales.