Cuando hablamos de la importancia de seguir unos hábitos de vida saludable, casi siempre pensamos en ejercicio y dieta equilibrada, pero ¿hacemos algo por tratar de controlar el estrés?


El estrés parece algo inevitable en nuestro ritmo de vida actual y casi nunca pensamos en tomar alguna medida para ponerle freno, pero según un estudio publicado en la revista Molecular Psychiatry, situaciones continuadas de estrés podrían incluso contrarrestar los beneficios de una dieta saludable.

Para llegar a estas conclusiones, se analizó la dieta de 58 mujeres a las que en la fase inicial del estudio, se les proporcionaron alimentos con un alto contenido en grasas saturadas como las que se encuentran en la carne o en la mantequilla. Dos semanas después, se les proporcionaron alimentos con un bajo contenido en grasas saturadas. En cuanto al numero de calorías, proteínas, hidratos de carbono y lípidos, las cantidades fueron las mismas en ambas dietas.

Antes de cada comida, las participantes del estudio completaron un cuestionario en el que registraban su nivel de estrés o depresión. Los investigadores tomaron muestras sanguíneas antes y después de cada comida. Los resultados fueron que las mujeres con menos estrés mostraban marcadores inflamatorios mayores después de haber consumido la comida alta en grasas saturadas que al consumir comida baja en grasas. En cambio, esta distinción era casi inapreciable entre las mujeres sometidas a altos niveles de estrés que mostraban también niveles de marcadores inflamatorios altos después de comer comidas bajas en grasas.

Los investigadores se mostraron sorprendidos al ver que el estrés puede alterar el funcionamiento del metabolismo haciendo creer a nuestro cuerpo que una comida saludable parezca una comida abundante en grasas.

La solución pasa por llevar una vida más calmada y, a ser posible, practicar actividades relajantes como el yoga. Por último, debemos tener en cuenta que si el estrés está provocando el aumento de marcadores inflamatorios como el cortisol, no deberíamos arrojarle más leña al fuego con hábitos poco saludables como el tabaco, el alcohol o la cafeína en exceso.