Existen muchos estudios que analizan la importancia de cada tipo de nutrientes en la dieta de las personas con diabetes, En general, todos ellos coinciden en señalar el importante papel de las proteínas para la salud de estos pacientes.
La mayoría de los expertos en nutrición dicen que las proteínas deben significar entre un 10% y un 20% del consumo diario de calorías. Las necesidades de los diabéticos en este sentido no difieren de las de la población en general. Sin embargo, se ha sugerido que las dietas bajas en calorías y con un alto contenido en proteínas podrían desempeñar un importante papel en el tratamiento de la obesidad asociada a la diabetes tipo 2.
¿Qué relación guardan las proteínas con el control de la glucosa?
Nuestro organismo procesa cada macronutriente de manera diferente y cada uno de ellos interfiere en la rapidez con la que se sintetiza la glucosa. Los carbohidratos tienen el mayor efecto sobre el nivel de azúcar en sangre y esto se debe a que nuestro cuerpo los descompone en azúcares simples que pasan a formar parte del torrente sanguíneo. A medida que el nivel de azúcar se eleva, el páncreas libera la hormona de la insulina.
Según recomendaciones nutricionales de la ADA, los pacientes con diabetes tipo 2 deben incluir en su dieta hidratos de carbono de bajo índice glucémico y alto contenido en fibra, es decir, aquellos que tienen como fuente las verduras, frutas, legumbres y cereales integrales. No hay razones para restringir la ingesta de carbohidratos a menos de 130 gramos al día, pero tampoco son recomendables las dietas de alto contenido en carbohidratos.
En el caso de las proteínas, aunque se descomponen de manera similar a los carbohidratos, tienen diferentes efectos sobre los niveles de glucosa en sangre.
Nuestro hígado convierte algunos aminoácidos en glucosa mientras que otros se utilizan para regenerar las fibras musculares.
Estudios recientes indican que los aminoácidos estimulan la glucogénesis (creación de azúcar por el hígado) en personas con o sin diabetes. Sin embargo, los aminoácidos no aumentan la rapidez con la que el hígado libera ese azúcar. En otras palabras, la ingesta de proteínas tiene un efecto insignificante sobre los niveles de glucosa en sangre.
Por otra parte, el tejido muscular es sensible a la insulina. Nuestros músculos son reservorios de glucosa convertida en glucógeno y la insulina ayuda a descomponer los aminoácidos en proteínas que contribuyen a la reparación de las fibras musculares. Por este motivo, algunos estudios señalan que las dietas altas en proteínas asociadas a un entrenamiento de fuerza, resultan beneficiosas para la pérdida de peso y los niveles de la hemoglobina glicosilada (HbA1c).
Proteínas, en su justa medida.
Siempre que hablamos de pacientes diabéticos, es fundamental asesorarse con un profesional de la salud y llevar un seguimiento adecuado de la enfermedad y de los niveles de glucosa en sangre.
Las dietas altas en proteínas parecen ser beneficiosas en los casos de diabetes tipo 2 ya que estimulan la secrección de insulina que es la principal hormona hipoglucemiante. Sin embargo, se desaconseja un consumo superior al 20% ya que se desconocen los efectos que a largo plazo podrían tener sobre la función renal.
Algunos estudios realizados a corto plazo (entre 8 y 12 semanas de seguimiento) dietas hiperproteicas pueden inducir una mayor pérdida de peso y una reducción de los niveles de glucosa e insulina plasmática, pero no existen estudios a largo plazo para saber si estos resultados se mantienen.
Por otra parte, la nefropatía diabética es una complicación que puede afectar al 40% de los pacientes con diabetes tipo 2 a lo largo de su vida. El control del consumo de proteínas es fundamental para el manejo de esta patología. La ADA recomienda reducir la ingesta de proteínas de la dieta a 0,8-1,0g/kg peso/día en sujetos en estadios tempranos de nefropatía diabética y a 0’8g/ kg peso/ día en estadios avanzados.
Numerosos estudios han puesto de manifiesto que el consumo elevado de proteínas (superior al 20% del valor calórico total) aumenta el riesgo de nefropatía. Por estas razones es importante no seguir ninguna dieta hiperproteica por cuenta propia sin antes acudir al médico para comprobar nuestro estado de salud.