Algunos fumadores tienen más dificultades que otros para abandonar el hábito y la respuesta podría estar en un gen: el CYP2A6 que presenta dos mutaciones diferentes en los distintos tipos de fumadores.


Son datos de un estudio titulado «Smoking genes: ¿por qué fumamos?» y realizado por investigadores del Centro de Excelencia de Investigación en Salud y Ciencias de la Vida de la Universidad Europea de Madrid. Esta investigación, que ha analizado diecisiete variantes genéticas implicadas en la adicción a la nicotina en la población, y que ha sido recientemente publicada en PLoS ONE, ha identificado una serie de genes que contribuyen principalmente al mayor consumo de tabaco.

Según el estudio, las distintas reacciones de las personas frente a un mismo tratamiento para dejar de fumar se deben a sus particularidades genéticas. Son especialmente interesantes las variaciones genéticas implicadas en el procesamiento de la dopamina, un neurotransmisor que ayuda a regular los centros de recompensa y placer del cerebro. Los expertos creen que la nicotina que hay en el tabaco aumenta el nivel de dopamina en el cerebro, lo que lleva a la adicción.

«Para conocer la variabilidad en el hábito tabáquico, hemos estudiado los genes que influyen en la respuesta a la nicotina, como son las enzimas metabolizadoras, así como los que repercuten en el comportamiento adictivo del fumador debido a sus efectos en las vías de neurotransmisión cerebral» – explica Félix Gómez-Gallego, profesor de la Universidad Europea de Madrid y principal investigador del estudio.

Se ha demostrado que «los individuos que metabolizan la nicotina más rápidamente experimentan más efectos placenteros y menos desagradables al fumar por primera vez que los que la metabolizan más lentamente, de forma que se incrementa en ellos el riesgo de convertirse en fumadores habituales».

El responsable parece ser un gen, el CYP2A6, que presenta dos mutaciones diferentes en los distintos tipos de fumadores. «Los fumadores que presentan la variación con menor capacidad para metabolizar la nicotina experimentan más efectos negativos cuando comienzan a fumar. No obstante, cuando continúan fumando tienen niveles más prolongados de nicotina en su cerebro y se convierten rápidamente en tolerantes al tabaco, lo que aumenta su necesidad de fumar más»– concreta este experto.

Así, los resultados del estudio ponen de manifiesto que los fumadores que portaban una variación de esa secuencia, presentaban un consumo de tabaco un 30% más elevado que aquellos que no portaban estas variaciones del gen.

Esta investigación es la primera en España que relaciona los factores genéticos con la efectividad de las terapias sustitutivas con nicotina o bupropión en fumadores habituales.

El tabaquismo, advierte la Organización Mundial de la Salud, es una enfermedad crónica de carácter adictivo, frente a la que no todos los afectados reaccionan igual. De ahí la importancia de conocer los factores implicados en esta adicción para poder desarrollar y aplicar tratamientos eficaces en todos los casos.