Nadar es una de las actividades que más disfrutamos en familia durante los meses de verano. Ya sea en la playa, piscinas o entornos naturales, los niños y los jóvenes son quienes más se divierten en el agua al llegar el buen tiempo. Sin embargo, es necesario recordar algunas medidas de seguridad para evitar riesgos.

A lo largo del pasado año 338 personas fallecieron en España por ahogamiento no intencional en espacios acuáticos. Esto supone una disminución del 23,18 % respecto a las 440 personas que perdieron la vida en el año 2019 por esta misma causa, pero la cifra sigue siendo altísima teniendo en cuenta que en 2020 debido al confinamiento hubo menos afluencia a las playas y piscinas.

Especial cuidado con los niños.

El ahogamiento ocurre de forma rápida y silenciosa, la mayoría de las veces dura tan sólo unos minutos.

Muchos padres y madres hoy en día aprovechan que sus hijos esté distraídos en su habitación, en el parque o jugando en general, para tomarse un respiro. En ocasiones se utiliza ese tiempo para revisar el móvil, chatear por whatsapp o leer algo interesante. Esto no supone mayor problema a no ser que su hijo se encuentre en un lugar que implique cierto riesgo como una piscina, la playa o un río en los que un accidente puede acabar con la vida en cuestión de segundos.

La Asociación de Socorristas Nacional de Alemania advierte que han notado un aumento en el número de accidentes, tanto mortales como no mortales, de niños en los que los padres tardaron más tiempo de lo normal en reaccionar por estar entretenidos mirando su teléfono móvil. En España la cifra también ha crecido y la Asociación Española de Técnicos en Salvamento Acuático y Socorrismo (AETSAS) advierte de que en el caso de los niños, la causa del accidente suele ser “un fallo en la supervisión adulta”.

“Llevamos muchos años alertando de que el móvil es un elemento de distracción enorme cuando tenemos pequeños a nuestro cargo” – dice María Ángeles Miranda, consultora en prevención de accidentes infantiles. “En el caso de los espacios acuáticos, como en el coche: el móvil es mejor dejarlo en modo avión o simplemente olvidarlo. No hay mejor prevención que disfrutar con nuestros hijos en una piscina o en una playa”.

A tener en cuenta:

  • En las playas, los padres no deberían fiarse cuando el mar está en calma. Según AETSAS, la mayoría de los ahogamientos en la playa ocurren cuando el mar está en condiciones óptimas para darse un baño.
  • No hay que fiarse del nivel del agua. Un bebé puede ahogarse en 30 centímetros de profundidad y por eso muchos ahogamientos se producen en lugares que percibimos como seguros: bañeras, piscinas privadas o piscinas hinchables.
  • En el caso de los jóvenes, hay un aumento preocupante de los ahogamientos asociados al consumo de alcohol. En el caso de las piscinas privadas, la mejor medida es el cercado perimetral para evitar que los jóvenes se bañen sin supervisión paterna.

Cortes de digestión: ¿mito o realidad?

Seguro que alguna vez has vivido la situación: toda la familia come en un restaurante a pie de playa en un caluroso día de verano. Poco después, los niños insisten en volver al agua pero no sabes si permitirles darse un chapuzón justo después de comer por el temido «corte de digestión». A ti tus oadres te obligaban a esperar dos horas (y lo odiabas) pero mucha gente dice que «no pasa nada». ¿A quién debemos creer?

Lo que popularmente se conoce como corte de digestión, tiene un nombre científico: hidrocución o shock termodiferencial. “Cuando una persona se introduce en agua fría, muy rápidamente, en especial después de una comida copiosa, puede sufrir un mareo, náuseas o malestar” – aclara Irene Bretón, del área de nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). Sin embargo, según los expertos la denominación de estos síntomas como corte de digestión es incorrecta, porque no se produce una interrupción de las funciones digestivas.

«Cuando el cuerpo entra en contacto con agua fría, se producen unos cambios en la presión arterial y en la frecuencia cardiaca, que dan lugar a síntomas como malestar general, náuseas o debilidad. La disminución de la presión arterial puede producir incluso pérdida de conocimiento o un infarto. Si la persona está en el agua, se puede ahogar” – expone la experta. El riesgo de padecer estos síntomas ante un cambio brusco de temperatura tras la ingesta de una comida es mayor en personas mayores o que toman alguna medicación, no tanto en los niños.

Por lo tanto, aunque los padres a veces exageren un poco con las precauciones y de que no se produzca realmente una interrupción de los procesos digestivos, el shock termodiferencial existe y debemos tomar medidas para no ponernos en riesgo.

¿Qué podemos hacer?

  • Evitar el agua fría (menos de 27 Cº).
  • Evitar los cambios bruscos de temperatura corporal. No sumergirse en el agua después de comidas copiosas o con el cuerpo muy caliente, con fiebre o después de un esfuerzo físico intenso.
  • No tirarse al agua golpeando el vientre.
  • Entrar en el agua de forma lenta y progresiva tanto en la playa como en la piscina.
  • Tener espècial cuidado con las personas enfermas del corazón o con enfermedades que afectan al sistema nervioso ya que son las más propensas a sufrir el shock termodiferencial.


Otitis, cistitis y conjuntivitis

Son enfermedades muy comunes en verano.

La otitis se produce cuando las bacterias y microorganismos presentes en el medio acuático entran al oído provocando una infección. Puede causar dolor agudo y en la mayoría de los casos es necesario recibir tratamiento antibiótico ya que de lo contrario puede derivar en una pérdida de audición.

La cistitis o infección de orina es muy común en mujeres y ocurre entre otras cosas por pasar demasiado tiempo con el bañador mojado y por las temperaturas frías del agua. Suele producir escozor y ganas continuas de orinar. Al tratarse de una infección, también requiere tratamiento antibiótico preescrito por el médico.

La conjuntivitis es una infección de la membrana que recubre el globo ocular y el interior de los párpados. Puede aparecer tras nadar en piscinas con cloro sin utilizar gafas de bucear.

¿Cómo prevenir estas infecciones?

  • Evita nadar en aguas contaminadas.
  • Utiliza tapones para mantener los oídos secos.
  • No te quedes mucho rato con el bañador mojado.
  • Cuida la higiene genital.
  • No te olvides de las gafas de buceo para sumergirte en la piscina.

Contagio por hongos

Las infecciones micóticas o fúngicas se dan con frecuencia en los pies y son habituales en zonas de baño húmedas como piscinas que no han sido debidamente desinfectadas.

¿Solución?

  • Después del baño, lava y seca bien los pies para evitar que proliferen los hongos.
  • Nunca compartas chancletas o toallas de baño.
  • Si sospechas de cualquier tipo de infección, consúltalo con tu médico antes de volver a la piscina.

¿Te han parecido útiles estos consejos para nadar en verano de forma segura? Compártelos en tus redes sociales para ayudar a otras personas tomando en cuenta estas advertencias.