Seguramente en más de una ocasión has tomado una tila para relajarte o una infusión de anís para aliviar los cólicos estomacales. Sin embargo, lo que para los adultos puede ser un remedio fantástico, podría poner en peligro la salud de los más pequeños. En este artículo te contaremos por qué no se deben dar infusiones a los niños, un error que algunos padres cometen por ignorancia.
Riesgo de toxicidad
Como mencionamos en otros artículos del blog, aunque sean naturales las plantas medicinales no son siempre inofensivas y es importante conocer los riesgos potenciales que tienen para los niños. Su sistema digestivo aún es inmaduro por lo que sus principios activos podrían causar irritación en la mucosa gástrica. Además, algunas hierbas que se utilizan para hacer infusiones pueden ser tóxicas para los niños, aunque no lo sean para los adultos. Por ejemplo, el té de menta puede causar problemas respiratorios en bebés y niños pequeños por su alta concentración en mentol, mientras que otras infusiones como la de regaliz podrían afectar a la función cardíaca. La toxicidad dependerá del tipo de hierba y de la cantidad que se consuma.
En el informe “Hepatotoxicidad y consumo de productos de herboristería en la población pediátrica” un grupo de especialistas en Pediatría analiza diferentes casos de intoxicación infantil y sus manifestaciones clínicas. Algunos de estos niños llegaron a las consultas de urgencias, después de consumir infusiones de cola de caballo o de anís estrellado. Sus padres se las habían administrado con la intención de aliviar las molestias del estreñimiento o los cólicos del lactante.
Riesgo de botulismo
Por otra parte, dar infusiones a niños pequeños puede aumentar el riesgo de desarrollar botulismo infantil.
El botulismo está provocado por una toxina llamada Clostridium botulinum, cuyas esporas pueden contaminar las hierbas utilizadas para hacer infusiones. Dado que son muy resistentes a las condiciones extremas como el calor, pueden permanecer en la bebida caliente y pasar fácilmente al organismo de los bebés menores de un año ya que su sistema digestivo es todavía inmaduro. En los adultos y niños mayores la microbiota intestinal normalmente inhibe el crecimiento de la Clostridium botulinum, pero en el caso de los bebés esta defensa no está totalmente formada por lo que son más vulnerables.
El riesgo de contagio aumenta al utilizar miel para endulzar las infusiones ya que la miel es portadora habitual de estas esporas.
Por lo tanto, lo más aconsejable es evitar las infusiones en niños menores de 6 años y no ofrecer miel a los bebés menores de un año.
Alteraciones del sueño
Por último, algunas infusiones pueden tener estimulantes naturales como la teína o cafeína que, aunque no provocan efectos significativos en los adultos, pueden causar insomnio o dificultades para dormir en los niños.
Es importante no subestimar los efectos de estas hierbas y consultar siempre con un pediatra antes de introducir cualquier infusión o remedio casero en los cuidados del niño.