La cosmética no deja de reinventarse en búsqueda de nuevas fórmulas que nos permitan lucir una piel saludable y bonita. Los cosméticos de nueva generación, no sólo buscan frenar los signos del envejecimiento o prevenir el estrés oxidativo, además deben brindar una experiencia sensorial y provocar emociones positivas cuando los usamos.


¿Puede una crema hacernos sentir mejor? Existe una conexión entre el cerebro y la piel gracias a las hormonas que se segregan cuando nos aplicamos un cosmético y este nos provoca una sensación placentera. La industria de la neurocosmética o psicocosmética aboga por crear productos que no sólo cuiden y protejan la piel sino que también nos ofrezcan bienestar emocional cuando los usamos.

No es extraño que la psicocosmética haya ganado terreno a raíz de la pandemia y del confinamiento ya que buscamos mejorar nuestro estado de ánimo y sentir emociones positivas con pequeñas cosas que forman parte de nuestras rutinas como puede ser el uso de los cosméticos.

¿Cómo influye la psicocosmética en nuestras emociones?

Para conseguir estos efectos positivos más allá del cuidado de la piel, los creadores de psicocosméticos utilizan «fórmulas sensoriales»: perfumes, colores o texturas que influyen en nosotras a través del sentido del olfato, del tacto o de la vista. Las fórmulas empleadas contienen además ingredientes psicoactivos que actúan inhibiendo o aumentando la liberación de determinadas sustancias, como el cortisol -la hormona del estrés- o las endorfinas, conocidas como «hormonas de la felicidad».

¿Qué opinan los psicólogos?

Rafael San Román, psicólogo en ifeel (una plataforma de bienestar emocional y apoyo psicológico para individuos y organizaciones) reconoce la existencia de esta relación entre la piel y el cerebro, pero opina que no se debería aplicar el término «neuro» o «bio» para referirse a la cosmética porque sino todas las actividades que guardan relación con las emociones deberían llevar este prefijo: , “ocurriría lo mismo con cualquier cosa que pudiéramos hacer o consumir: hablamos de objetos y actividades tan bien hechos que son capaces de proporcionarnos bienestar, plenitud y emociones positivas profundas. Al final caeríamos en el absurdo y todo se llamaría psicodecoración, psicovestuario, psicoalimentación o psicodeporte” – afirma. Es decir, no deberíamos «hiperpsicologizar» cualquier cosa que nos haga sentir bien.

Cualquier cosmético puede ser «sensorial» ya que “todo producto cosmético está orientado a los sentidos y no por ello hablamos de cosmética sensorial, ya que ese efecto va implícito”.

Los cosméticos de calidad siempre han servido para proporcionar una experiencia psicológica positiva y satisfactoria, sin embargo sería un error pensar que un producto cosmético, por muy bueno que sea, va a proporcionarnos bienestar psíquico ‘per se’.

«Si tu autoestima está dañada porque tu piel está deshidratada o porque tienes manchitas entonces tu autoestima va a mejorar si cuidas tu piel con los productos adecuados; pero si tu autoestima no tiene que ver con el estado de tu piel entonces es bueno que la cuides con los productos adecuados, pero sabiendo que tu satisfacción contigo mismo y tu falta de seguridad y motivación no van a mejorar significativamente por muchos psicocosméticos que te apliques” – explican los expertos.

Algunos conceptos que vende la psicocosmética nos pueden hacer confundir felicidad con el placer del alivio y del autocuidado. Todos ellos son fenómenos psicológicos, pero, según afirman los psicólogos de ifeel, un cosmético puede hacerte sentir alivio o bienestar, pero en ningún caso será duradero, “no te va a proporcionar alegría, ni orgullo, ni satisfacción contigo mismo, ni sensación de madurez, ni motivación para sobreponerse a tus miedos. No te va a enseñar habilidades sociales ni va a hacer que te perdones por tus errores. Tampoco va a solucionar ningún otro problema de tu vida. En definitiva, no va a hacerte más feliz».