El ballet es una disciplina muy exigente, también a nivel muscular. La primera lección de ballet empieza con las cinco posiciones básicas que se toman delante de la barra. Así se fortalecen los músculos y se mantienen flexibles mediante el ejercicio diario.


La práctica constante de estos ejercicios hace que los bailarines desarrollen mucha fuerza muscular en varios de los principales grupos musculares.

Cuádriceps e isquiotibiales

Los bailarines practican muchas extensiones de pierna y como resultado desarrollan cuádriceps fuertes. Otro movimiento básico del ballet es el «plié» o flexión de rodilla que implica una contracción de los isquiotibiales. En consecuencia, estos músculos se fortalecen mucho a medida que se entrena.

Cadera y glúteos

Los bailarines utilizan mucho los rotadores externos de la cadera y los músculos del glúteo al realizar saltos o giros.

Pantorrillas y pies

Cada vez que se elevan en las puntas de los pies, los bailarines trabajan los músculos de las pantorrillas. Los ejercicios en la barra enfatizan la flexión de la planta de los pies usando el suelo como resistencia. En los saltos se utiliza la misma técnica de empujar fuertemente contra el suelo para propulsarse hacia arriba y luego descender guardando la posición correcta del pie al entrar en contacto con el suelo.

Espalda y abdomen

Los músculos de la espalda y de la pelvis son esenciales para lograr la estabilidad. Por otra parte, fortalecer los músculos del abdomen asegura al bailarín una alienación y balance apropiados. Por este motivo, en el ballet clásico se trabajan estos músculos con ejercicios en la barra.