Las bolsas en los ojos, la flacidez y el descolgamiento del párpado superior son signos evidentes del envejecimiento cutáneo. Sin embargo, no todas las personas envejecen de la misma manera, ya que el estilo de vida y la genética desempeñan un papel crucial en cómo el rostro refleja la edad. Afortunadamente, existe una solución para volver el tiempo hacia atrás y rejuvenecer tu mirada: la blefaroplastia.

¿Qué es la blefaroplastia?

La blefaroplastia o cirugía de los párpados es una intervención quirúrgica que consiste en extirpar el exceso de piel y grasa en los párpados superiores e inferiores, volviendo a reposicionar los tejidos para conseguir un efecto de “ojos abiertos”.

La mayoría de los pacientes que se someten a una blefaroplastia lo hacen con fines estéticos, pero en algunos casos, cuando la laxitud es muy pronunciada y obstaculiza el campo de visión (visión periférica) se practica con un objetivo funcional.

La importancia de acudir a un buen cirujano plástico.

Aunque la blefaroplastia es una cirugía ambulatoria y relativamente sencilla, es muy importante ponerse en manos de un cirujano plástico experimentado.

Para realizar bien la técnica es necesario tener un conocimiento profundo de las estructuras anatómicas. Nuestros ojos no son exactamente iguales, suelen existir pequeñas diferencias en las órbitas que condicionan la posición del párpado. Las cejas tampoco son simétricas, siempre hay una algo más alta que la otra.

Si no se realiza un estudio previo de las características faciales, es posible que el resultado final sea poco satisfactorio o que existan complicaciones como una retracción excesiva de la piel que deje el párpado demasiado abierto provocando complicaciones con el paso del tiempo como una sequedad ocular excesiva.

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¿Cómo se realiza la cirugía?

La blefaroplastia se puede realizar de manera aislada o en combinación con otras cirugías como el lifting cervical o frontal si además de elevar el párpado se desea tensar la piel y eliminar arrugas.

Pueden intervenirse únicamente los párpados superiores o también los inferiores. Para eliminar la piel sobrante del párpado superior, el cirujano realizará una incisión a lo largo del pliegue palpebral. En el párpado inferior la incisión se realiza justo al borde de las pestañas.

Existe una modalidad que no deja cicatrices: la blefaroplastia transconjuntival. En este caso la cicatriz va oculta entre la parte interna del párpado y el globo ocular. Por desgracia, solamente es eficaz en pacientes con exceso de tejido graso y sin una laxitud excesiva en la piel.

La blefaroplastia suele realizarse bajo anestesia local y suele durar de 1 a 3 horas en función de si se intervienen solamente los párpados superiores o los cuatro párpados.

Recuperación de la blefaroplastia.

Durante el primer día hay que guardar reposo y mantener la cabeza elevada para reducir el edema. Este disminuirá gradualmente a medida que pasa el tiempo, hasta desaparecer por completo.

Si el párpado no cierra bien, es necesario utilizar lágrimas artificiales para evitar que la córnea se seque y aplicar una pomada de protección ocular antes de ir a dormir. Es normal que durante las primeras semanas tengas lagrimeo excesivo, fotosensibilidad o alteraciones de la agudeza visual. No debes preocuparte ya que son síntomas normales. La mayoría de los pacientes retoman sus actividades cotidianas al cabo de diez días.

Factores de riesgo.

La blefaroplastia está desaconsejada en algunos pacientes considerados grupos de riesgo: personas con diabetes, problemas de tiroides, enfermedades cardíacas o glaucoma.

El cirujano plástico estudiará el historial médico de cada individuo e informará de los posibles riesgos asociados a la cirugía y de las expectativas de mejora.