El senderismo es una de las actividades deportivas al aire libre que cuenta con mayor número de seguidores: nos permite disfrutar de la Naturaleza, no requiere una condición física muy avanzada y, además, podemos practicarlo en grupo con nuestra familia o amigos. El mayor inconveniente es que las largas caminatas desgastan mucho las articulaciones, y esto ocurre sobre todo con el senderismo de descenso.


Cuando caminamos pendiente arriba, la posición de los pies es bastante estática y el impacto es mínimo. En cambio, al caminar cuesta abajo, el impacto de la carga es mayor debido a la fuerza de la gravedad. Un estudio realizado por M. Kuster que tenía por objeto calcular la carga que soportan las rodillas durante un descenso a pie, encontró que las fuerzas de compresión son de tres a cuatro veces mayores en comparación con el nivel de la caminata. Por lo tanto, el senderismo de descenso supone una carga extenuante para las rodillas.

Para reducir este impacto sobre las articulaciones, debemos hacer uso de bastones de senderismo y evitar los descensos demasiado rápidos. También se hace necesario llevar unas botas de senderismo de calidad, con suelas amortiguadoras y apoyo en el tobillo.

A pesar de estas medidas preventivas, una vez que experimentamos dolor de rodilla, debemos dejar de practicar senderismo por un tiempo ya que las lesiones pueden agravarse si no nos recuperamos bien y crearse un daño permanente en los huesos y cartílagos de las rodillas.