Las bebidas energéticas llegaron a nuestro país hace ya algunas décadas y cada vez cuentan con más consumidores, sobre todo entre la población joven y las personas aficcionadas al deporte.
Los insistentes reclamos publicitarios con los que se anuncian, arrojan mensajes que muchas veces resultan engañosos. Prometen mejorar la concentración, combatir la fatiga o incrementar el rendimiento físico e intelectual. Por este motivo algunas personas confunden las bebidas energéticas con las bebidas isotónicas aptas para el consumo de deportistas.
Sin embargo, la propia EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria) no permite que se anuncien estas bebidas como un estimulante para mejorar el rendimiento deportivo, y el Parlamento Europeo prohibe que se incluyan en ellas reclamos publicitarios que hagan referencia a la salud.
¿Qué contienen realmente las bebidas energéticas?
Las bebidas energéticas son bebidas no alcohólicas que contienen sustancias estimulantes en su composición como cafeína, taurina, vitaminas del grupo B, ginseng, guaraná o carnitina.
Sus efectos sobre el organismo
Como su nombre indica, las bebidas energéticas tienen un efecto estimulante o energizante sobre el organismo; sin embargo su ingesta continuada también provoca efectos secundarios negativos.
La Organización Mundial de la Salud advierte del riesgo de tomar estas bebidas con frecuencia. Los niños y las mujeres embarazadas deberían evitar su consumo ya que no pueden ser consideradas como un simple refresco.
Un estudio publicado por la American Heart Association relaciona el consumo de bebidas energizantes con la subida de la presión arterial y un mayor riesgo de infarto de miocardio.
Además tienen efectos adversos sobre el sistema nervioso. La mayoría de ellas contienen entre 100 y 200 mg de cafeína por unidad. Esto desencadena una serie de reacciones sobre el metabolismo: mayor ansiedad, dificultades para dormir o incluso espasmos musculares.
Por último, debes tener en cuenta que casi todas las bebidas energizantes tienen una dosis de azúcar mucho más alta que otro tipo de refrescos (entre 25 y 30 gramos por unidad). Por este motivo, muchos expertos en salud aseguran que son un factor de riesgo en la aparición de enfermedades como la diabetes, la obesidad o problemas cardiovasculares.
Debemos ser conscientes de todos estos aspectos y tratar de sustituirlas por otras bebidas saludables como los zumos naturales o las aguas de frutas.