Estamos ya en temporada de setas. Es la mejor época del año para disfrutar de este delicioso alimento en nuestros platos favoritos, ya sea como guarnición, en guisos o en risotto.


Las hongos en general son conocidos por sus propiedades terapéuticas. El ejemplo más notable es el del hongo Penicilium notatum cuyo descubrimiento por parte del Dr. Fleming llevó a la síntesis de la penicilina. Pero muchos siglos atrás, en China y Japón ya se utilizaban las setas con fines medicinales para estimular el sistema inmunitario. Entre las más valoradas están el reishi también llamada «hongo de la inmortalidad» y considerada como uno de los ingredientes fundamentales de la medicina oriental por sus múltiples beneficios para el organismo (se le atribuyen poderes anticancerígenos, antitumorales y antivíricos), las setas shiitake (mejoran la circulación, curan los refriados y disminuyen el colesterol en sangre) o las setas maitake (con propiedades antiinflamatorias, antivirales e hipoglucemiantes).

A pesar de que en la gastronomía española las setas no son tan populares como en los países asiáticos, no carecemos de ellas y de hecho abundan en muchos bosques de diferentes climas a lo largo de toda la geografía del país. Eso sí, sólo se pueden consumir las setas si realmente estamos seguras de que son comestibles. En el caso contrario, es mejor comprarlas con su certificación pertinente para evitar riesgos innecesarios.

Contenido nutricional de las setas

Existen muchas variedades de setas que podemos consumir con confianza. La mayoría de ellas son ricas en proteínas (muy apreciadas en las dietas veganas). Su aporte en hidratos de carbono es bajo (alrededor del 4%), fundamentalmente glucógeno y polisacáridos de cadena corta. Tienen sobre un 2,5% de fibra alimentaria con un efecto regulador sobre el tránsito intestinal. Destaca además su contenido en vitaminas del grupo B (B1, B2, B6), niacina y ácido fólico o minerales como el fósforo, potasio, hierro, cobre y zinc.

A tener en cuenta:

  • Las setas sólo tienen entre 25 y 35 kcal por cada 100 gramos por lo que podemos comerlas sin temor aunque estemos siguiendo una dieta de adelgazamiento.
  • No conviene comer las setas crudas ya que resultarían demasiado indigestas.
  • Las personas con problemas hepáticos o renales deben consumirlas con moderación ya que poseen compuestos nitrogenados que pueden provocar reacciones adversas en cantidades elevadas. Los ancianos, los niños, las mujeres embarazadas o los enfermos de gota también deben tener cuidado con no pasarse de la raya.
  • No se debe consumir ninguna seta si no se estamos completamente seguras de su comestibilidad. Ante la menor duda conviene desistir.