Como vimos en otros artículos, las machas en la piel pueden ser oscuras por una hipermelanosis, es decir, un exceso de pigmentación (producidas por la exposición al sol o de aparición durante el embarazo); o pueden ser más claras que nuestra piel, por una despigmentación.

Las manchas oscuras se dividen en dos clases, según su “comportamiento” durante el año. Se llaman melasmas y cloasmas a las que aparecen en los pómulos, la frente o debajo de la nariz: son aquellas que se oscurecen durante el verano, pero se aclaran en el invierno. Luego están las que se conocen como léntigos solares, que además de aparecer en el rostro suelen generarse en el dorso de las manos, en el escote, y en los antebrazos. Las vemos como pecas, y su aspecto no varía con el clima.

Los tratamientos que suelen recomendarse para deshacerse de las manchas son los de exfoliación química o peeling, la microdermoabrasión, la aplicación de productos con vitamina C y finalmente los tratamientos con láser. Es para la segunda clase de manchas –las perennes-, y dependiendo de nuestro tipo de piel, que se plantea la posibilidad de someter la piel a la luz del láser. Por supuesto debe hacerlo un especialista.


Durante el proceso, la luz cálida del láser es absorbida por los pigmentos de la piel, que se queman y se destruyen. Esta zona de la piel va a secarse y luego se desprenderá: su reemplazo no tendrá la mancha. Lo bueno del láser es que actúa sobre el pigmento del  sitio de recepción, siendo preciso y específico. No destruye los tejidos vecinos, es un tratamiento indoloro y no deja cicatriz.

Suele necesitarse una sola sesión, con la posibilidad de repetir una segunda vez, unas seis semanas después. Antes de someternos al tratamiento, es importante que no tomemos sol durante unas 3 o 4 semanas. El día de la cita no debemos utilizar maquillaje, y durante el mes posterior no nos expondremos al sol sin protección y aplicaremos el gel o la crema que nos recomiende nuestro especialista.

Puede aparecer un enrojecimiento o  cambios en la coloración de la piel, hacia más oscura o hacia más clara. Estos cambios son transitorios y se normalizan con el tiempo. Tengamos en mente, sin embargo, que si no nos cuidamos del sol las manchas vuelven a aparecer: no existe solución permanente.