Una preocupación común entre las personas que deciden ponerse a régimen es la de perder masa muscular. Los nutricionistas nos advierten de los peligros de las «dietas relámpago». La reducción drástica de la ingesta de calorías puede hacer que nuestro cuerpo entre en un estado de catabolismo en el que no sólo se reduce el nivel de grasa corporal, sino también la musculatura y el calcio de los huesos.

Las dietas rápidas nunca deben prolongarse en el tiempo ya que no son capaces de garantizar la cantidad suficiente de proteínas, minerales y vitaminas que necesitamos a lo largo del día.



Según un estudio realizado por científicos de la Universidad McMaster, una dieta balanceada que incluya proteínas de calidad como las procedentes de los lácteos descremados puede ayudarnos a bajar de peso de forma más rápida y segura. La razón es simple: la conservación o incluso la ganancia de músculo es muy importante para mantener la tasa metabólica. Las personas con más musculatura llegan a quemar más calorías practicando ejercicio. Además, el músculo tiene memoria y esto supone una garantía a la hora de prevenir el «efecto rebote» ya que si no perdemos masa muscular, cuando abandonemos la dieta y volvamos a comer normal, buena parte de la energía de los alimentos que comamos estará destinada al mantenimiento del músculo y no a la acumulación de grasa.

El suero de la leche tiene un alto contenido de un aminoácido llamado leucina que actúa como un estímulo en la formación de la proteína que alimenta los músculos. Por este motivo es importante que incluyas diariamente lácteos en tu dieta (leche, yogures, queso…).  Además, el calcio y la vitamina D que nos proporcionan los lácteos ayuda a regular el apetito.

Claro está, no existen alimentos milagrosos y debemos comer de todo en su justa medida.

Sobre todo, recuerda que las dietas deben estar dirigidas por un endocrino o profesional de la nutrición y que un plan de adelgazamiento no puede basarse en restricciones permanentes sino en un cambio hacia una vida saludable que incluya la práctica regular de actividad física y una alimentación equilibrada.