Hace ya bastante tiempo te hablamos en el blog de los riesgos de infección por hongos al realizarse una manicura o pedicura y de la importancia de asegurarnos de que todo el instrumental utilizado en el procedimiento esté limpio y esterilizado. Hoy sabemos gracias a CliniSalud que no sólo las limas, tornos y cortaúñas son una vía de contagio; compartir esmaltes de uñas también está directamente relacionado con la transmisión de la infección de una persona a otra.

La onicomicosis (tinea unguium) es una infección provocada por hongos que se alimentan de la queratina presente en las uñas. En el 90% de los casos está causada por dermatofitos y en el 10% restante por levaduras y hongos no dermatofitos (Neoscytalidium, Scopulariopsis y Aspergillus).

Según comenta la clínica podológica, el dermatofito más común en este tipo de infecciones es el Trichophyton Rubrum. Diferentes estudios han demostrado su resistencia en muestras cultivadas en los esmaltes de uñas. De ahí los investigadores han llegado a la conclusión de que compartir pintauñas con personas infectadas es una vía más de contagio.

Las uñas pintadas son más sensibles a la proliferación bacteriana.

Sabemos que los hongos necesitan unas condiciones especiales de humedad y oscuridad para sobrevivir. Cuando llevamos las uñas pintadas el esmalte forma una capa que retiene la humedad haciendo que sea posible la proliferación bacteriana. Es más habitual en las uñas de los pies que en las manos ya que los pies permanecen en ambientes húmedos y cerrados dentro del zapato. Por eso, los expertos recomiendan no llevar esmalte más de 5-6 días seguidos y retirarlo cuando empieza a resquebrajarse.

Los esmaltes más desaconsejados son los permanentes o semi-permanentes ya que su duración es mayor.

¿Cuándo acudir al podólogo?

La onicomicosis es un problema serio que puede ocasionar la pérdida de la uña si no le prestamos atención. Acude a la consulta del podólogo si notas alguno de estos cambios en tus uñas:

  • Cambios de coloración.
  • Engrosamiento.
  • Olor desagradable.
  • Descamación de la piel.
  • Manchas blancas en la superficie de la uña (leuconiquia).
  • Uña deformada, frágil y quebradiza.
  • Inflamación y enrojecimiento de los tejidos circundantes.
  • Desprendimiento de la uña (onicolisis).

Tratamientos para la onicomicosis.

La curación de la onicomicosis suele ser lenta. Dependiendo del tratamiento elegido podría durar hasta 18 meses.

Esta enfermedad es más habitual en personas mayores de 60 años, con problemas de circulación o diabetes. Las recaídas son frecuentes, en más del 50% de los casos, sobre todo en pacientes con un sistema inmunitario comprometido. Las medidas de higiene son esenciales para evitar la reinfección y garantizar la efectividad de los tratamientos.

Tratamientos antifúngicos por vía oral.

Clotrimazol, Terbinafina, Miconazol… Deben ser prescritos siempre por un especialista y suelen estar desaconsejados en pacientes con problemas hepáticos. Se considera el tratamiento más efectivo, aunque los hongos pueden reaparecer en el 20%-50% de los casos.

Tratamientos tópicos.

Consiste en aplicar una crema o spray con propiedades antifúngicas sobre la uña afectada por onicomicosis. Suele ser eficaz en las primeras etapas de la infección. Además, para mejorar la efectividad del tratamiento, debe ir acompañado de una limpieza especial de la uña en el podólogo.

Terapia fotodinámica.

Se puede combinar con los tratamientos tópicos para potenciar su eficacia. Los hongos se destruyen a temperaturas superiores a 40ºC – 60ºC.

En la terapia fotodinámica la uña afectada se cubre de un colorante azul de metileno que al ser calentado por el láser elimina los hongos que se depositan en la superficie.

Es necesario realizar al menos una sesión a la semana y la duración total del tratamiento es de 1-3 meses.

Está desaconsejado en pacientes con cáncer y mujeres embarazadas.