Seguramente has escuchado en más de una ocasión que comer fruta al desayuno o a la merienda es muy beneficioso, pero no tanto a la cena. ¿Qué se esconde detrás de esta creencia popular? ¿Será cierto o no?


A nivel nutricional, comer fruta por la noche no ayuda a mantener la línea (justo lo contrario que si la comemos por el día). Esto se debe a que las propiedades energéticas de la fruta aceleran el metabolismo cuando estamos activas, pero lo hacen trabajar con mayor lentitud si estamos en reposo.

Las frutas aportan a nuestro organismo gran cantidad de sales minerales, vitaminas, calcio, hierro, fósforo e hidratos de carbono. También son ricas en antioxidantes que contribuyen a mantener joven nuestra piel evitando la formación de arrugas.

La importante cantidad de agua que contienen contribuye a la hidratación y, aunque son ricas en azúcares, apenas poseen grasas por lo que su aporte calórico es bajo.

La gente acostumbra a tratar la fruta como un postre, consumiéndola después de las comidas. Al hacerlo así, la mayoría de sus nutrientes se pierden durante el proceso digestivo ya que la fruta fermenta en el estómago. Esta fermentación puede causar a su vez que la digestión se ralentice. Por este motivo a algunas personas les sienta mal la fruta después de comer. El mejor momento para consumirla es entre horas, con el estómago vacío.

Comenzar el día comiendo fruta es una buena forma de cargarnos de energía ya que el metabolismo trabaja más rápido y conseguimos quemar antes las calorías que nos aporta. También son beneficiosas a media mañana y a media tarde.

Debes tener en cuenta que la fruta, además de vitaminas y minerales, posee fructosa, una sustancia que el organismo convierte en glucosa y después en energía. Si el gato energético es bajo (cosa que sucede por la noche) nuestro cuerpo convertirá en reservas grasas esa cantidad extra de calorías. Aún así, no debemos olvidar que la fruta es un alimento de bajo aporte calórico ya que no es lo mismo las calorías derivadas de los hidratos de carbono que las que proceden de la fructosa. El cuerpo asimila mucho mejor estas últimas convirtiéndolas en un combustible eficiente para nuestro organismo.

En conclusión, las frutas pueden ser un aperitivo saludable antes de acostarnos si no nos excedemos. Tienen muchas vitaminas, minerales y nutrientes esenciales que el cuerpo necesita para funcionar al máximo y estar sanas. Según el Departamento de Agricultura de EE.UU., comer regularmente porciones de fruta puede reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, cálculos renales, pérdida de masa ósea y cáncer.

Con todo, debes tener presente que las frutas son ricas en azúcar. Si eres diabética tu médico podría restringirte su consumo. Si tienes sobrepeso, opta por frutas bajas en calorías como las peras, la piña o el melón y completa tus comidas con una pequeña ración de verduras frescas.