La pérdida de la vista se produce de forma gradual. Este es el motivo principal por el que muchas personas que tienen una visión defectuosa no se dan cuenta de su problema hasta que pasa bastante tiempo. Muchos se “acostumbran” a ver mal o tienden a pensar que lo que les pasa es algo pasajero que desaparecerá tras unas horas de descanso. Sin embargo, hay una serie de indicios o señales que nos avisan de que podemos estar ante algo más serio que un episodio de fatiga visual.

¿Necesito gafas?

La forma más segura de comprobarlo es visitar al oftalmólogo para que te gradúe la vista y valore la necesidad de usar gafas.

Algunos indicios frecuentes del deterioro de la visión son los siguientes:

  • El dolor de cabeza es algo usual en tu vida: las migrañas pueden tener muchas causas, pero si se intensifican cuando estás mucho tiempo leyendo o frente a un monitor y cesan al descansar la vista, es posible que estés haciendo un sobreesfuerzo ocular para tratar de ver correctamente.
  • Visión borrosa: los objetos parecen difuminados y no se aprecian los detalles.
  • Visión doble: puede deberse al astigmatismo o a un estrabismo no corregido desde la infancia.
  • Molestias repentinas ante los cambios de luz y dificultades para ver de noche.
  • Necesidad de entrecerrar los ojos constantemente para poder enfocar los objetos.
  • Ver halos luminosos alrededor de los objetos.
  • Sensación de ardor o picor en los ojos después de forzar la vista.
  • Dificultades para ver bien de lejos y calcular las distancias.

¿Qué hacer si ves mal?

Si tienes cualquiera de estos síntomas es posible que necesites gafas.

Si ya usas gafas o lentes de contacto, pero sigues viendo mal, puede que debas acudir de nuevo a la consulta del oftalmólogo para graduarte la vista.

Recuerda que cualquier persona puede desarrollar problemas de visión, pero el factor genético tiene mucho peso; si tus padres o hermanos usan gafas es probable que tú también las necesites.

La mayoría de las enfermedades que afectan a la vista (como la miopía) comienzan en la niñez, aunque existen también problemas de refracción como la presbicia que se presentan en la edad adulta (a partir de los 40 años).

Para corregir la visión existen diferentes tipos de cristales graduados. Muchas veces se presenta la complejidad de que una misma persona tiene dos defectos visuales a la vez (por ejemplo, es habitual sufrir miopía + astigmatismo o hipermetropía + presbicia). Por eso es importante que sea un oftalmólogo quien examine tu visión y te ofrezca unas gafas adaptadas a tus necesidades y que te permitan ver con total claridad.

¿Qué son las gafas progresivas?

gafas progresivas

En óptica se utilizan diferentes tipos de cristales en función del defecto visual a corregir.

En general, las gafas más vendidas son las monofocales que sirven para ver de lejos o de cerca (tienen una única distancia focal).

El problema surge cuando se dan varios defectos visuales a la vez o cuando, por ejemplo, una persona miope desarrolla vista cansada o presbicia y ya no puede enfocar a diferentes distancias. En estos casos los cristales multifocales son una buena solución para ver bien de lejos o de cerca sin tener que usar dos pares de gafas.

 Existen dos tipos de gafas que se ajustan a estas características:

  • Bifocales: la parte superior del cristal nos permite ver bien de lejos, mientras que la parte inferior está diseñada para facilitar la visión de objetos cercanos (por ejemplo, leer un libro).
  • Progresivas: el cristal cuenta con varias zonas de enfoque, lo que nos permite ver correctamente a todas las distancias. La parte superior de la lente garantiza una buena visión de lejos; la parte media del cristal está pensada para distancias intermedias y la parte inferior se utiliza para ver de cerca. 

En los modelos más antiguos de gafas progresivas aparecían zonas de visión borrosa hacia los laterales (llamadas “aberraciones”). Actualmente, este problema se ha reducido al máximo. Los modelos más recientes cuentan con un tallado preciso y son capaces de adaptarse a los problemas visuales de cada persona.

Además, los cristales ya no son tan grandes y pesados como los de antaño, lo que permite utilizar monturas con diferentes diseños y estilos sin renunciar a las ventajas de la graduación progresiva.

En cuanto al precio de las gafas progresivas, este suele estar en función de la calidad y del fabricante (ya sabemos que las marcas de prestigio suelen ser más caras). En todo caso, si comparamos sus prestaciones con las de las lentes monofocales, siempre saldremos ahorrando dinero, ya que nos evitamos tener que comprar dos o tres pares de gafas para poder ver bien a diferentes distancias.

¿Te han gustado estos consejos? Para ampliar la información sobre este tema te recomendamos visitar el portal www.allaboutvision.com donde encontrarás mucha información médica sobre salud y bienestar visual.