La lactosa es un azúcar que se encuentra de forma natural en la leche y sus derivados: nata, queso, yogur, etc. Puede que algunas personas sean intolerantes a la lactosa y no lo sepan. ¿Crees que es este tu caso? ¡Continúa leyendo este artículo para informarte mejor!


¿Por qué se produce la intolerancia a la lactosa?

Entendemos por intolerancia a a lactosa la incapacidad de digerir el azúcar propio de la leche. Para digerir este azúcar nuestro cuerpo necesita una enzima llamada lactasa que se produce en el intestino delgado y es la encargada de separar la lactosa en otros azúcares más simples y fácilmente absorbibles por la pared intestinal. Sin embargo un porcentaje importante de la población mundial carece de la lactasa suficiente para completar el proceso digestivo; es entonces cuando se produce la intolerancia a la lactosa. Los azúcares de la leche pasan al intestino grueso sin ser totalmente descompuestos, provocando una serie de molestias digestivas.

Los síntomas asociados a la intolerancia a la lactosa son: hinchazón abdominal, dolores estomacales o diarrea. Para confirmar el diagnóstico, tu médico puede realizar diferentes pruebas que miden la reacción del cuerpo frente a un líquido que contiene altos niveles de lactosa.

Tratamiento

Desafortunadamente, a día de hoy no existe ningún tratamiento capaz de aumentar la producción de lactasa del cuerpo, pero las personas intolerantes pueden llevar una vida perfectamente normal siguiendo una serie de cuidados.

Lo más importante, como dijimos, es contar con un buen diagnóstico y no dejar de consumir lácteos sin más porque pensamos que podríamos tener intolerancia sin haber sido antes diagnosticados por un médico. Si retiras la lactosa de tu dieta por completo durante un tiempo prolongado, puedes volverte intolerante sin antes haberlo sido, ya que el cuerpo deja de utilizar la lactasa, disminuyendo la producción de esta enzima que es muy difícil de recuperar.

Otras veces la intolerancia a la lactosa en adultos puede darse como consecuencia de una cirugía, lesión o enfermedades como la celiaquía, la enfermedad de Crohn o un sobrecrecimiento bacteriano.

Dieta libre de lactosa

La mayoría de las personas con intolerancia a la lactosa pueden disfrutar de algunos productos lácteos sin padecer síntomas. En estos casos, cuanto más pequeñas sean las porciones, menos probabilidades habrá de que aparezcan problemas gastrointestinales. Los lácteos fermentados suelen ser mejores que los no fermentados porque tienen menos lactosa ya que las bacterias que se utilizan en el proceso de cultivo producen naturalmente la enzima que descompone la lactosa. Además, hoy en día podemos encontrar en muchos supermercados productos sin lactosa (leche, quesos, yogures) en la sección de lácteos refrigerados. Lo ideal es consultar con un especialista según sea tu caso particular.

Muchos padres con niños intolerantes a la lactosa se preguntan si es posible obtener la misma cantidad de calcio en la dieta al retirar los productos lácteos. ¡Claro que sí! El calcio está naturalmente presente en muchos otros alimentos como el brócoli, salmón, legumbres, frutos secos, etc. Consulta con tu médico o nutricionista todas las opciones para una alimentación saludable y libre de lactosa.

Atención al etiquetado de los productos

Las apariencias engañan y muchos alimentos procesados de consumo habitual contienen lactosa, pero pasan desapercibido a ojos del consumidor. Bollería, cereales del desayuno, salsas o incluso embutidos pueden llevar lactosa en diferentes porcentajes de modo que debemos ser siempre precavidas y revisar el etiquetado de los productos con los que llenamos nuestro carrito de la compra.