Pillarse un resfriado en verano no es lo más habitual, pero tampoco es imposible. Normalmente asociamos los resfriados a las épocas más frías del año como el otoño y el invierno. Como cualquier infección vírica oportunista, las probabilidades de contagio aumentan con la humedad y las bajas temperaturas. Sin embargo, no debemos bajar la guardia en los días de calor. Los expertos en salud advierten que el 20% de los resfriados comunes ocurren en temporada estival.


Causas del resfriado en verano

Los resfriados son infecciones víricas que afectan a las vías respiratorias superiores, es decir, a la nariz y a la garganta. Pueden estar provocados por más de un centenar de virus siendo los más comunes los enterovirus y rinovirus, mientras que la influenza (virus de la gripe) es menos frecuente en esta época del año.

Para que nos resfriemos tiene que existir siempre un contagio. La transmisión de persona a persona es una de las formas más comunes de propagación de los virus del resfriado. Esto ocurre cuando un individuo infectado estornuda, tose o habla, liberando gotas respiratorias que contienen el virus.

Además, los resfriados también pueden propagarse a través de fómites. Los fómites son superficies u objetos contaminados que pueden transferir el virus a las personas si entran en contacto con ellos y luego se tocan la nariz, la boca o los ojos. Por ejemplo, si utilizamos el teclado de ordenador de un compañero de la oficina que está resfriado podríamos contagiarnos nosotros también.

Por otra parte, aunque los resfriados se deben a un proceso infeccioso, algunos factores aumentan el riesgo de contagio. El uso excesivo de aire acondicionado en el hogar, en el trabajo o en tiendas y restaurantes, hace que las mucosas de las vías respiratorias que sirven de defensa natural frente a los virus se resequen, haciendo que seamos más vulnerables ante las infecciones.

¿Cómo saber si tenemos un resfriado de verano?

Los resfriados vienen acompañados de una serie de síntomas que se manifiestan gradualmente:

  • Congestión nasal
  • Estornudos
  • Picor de garganta
  • Mucosidad
  • Dolor de cabeza
  • Lagrimeo
  • Tos ligera
  • Sensación febril
  • Cansancio y debilidad generalizada

Estos síntomas pueden durar entre 5-7 días y por lo general no es necesaria la asistencia sanitaria salvo en casos especiales como ancianos o pacientes oncológicos, inmunodeprimidos o con patologías respiratorias (asma, EPOC).

Diferenciar el resfriado de otras afecciones respiratorias

Los resfriados de verano suelen tener síntomas muy inespecíficos y es fácil confundirlos con otras afecciones respiratorias como la gripe, alergias o COVID-19.

¿Resfriado o alergia?

Por ejemplo, una de las primeras señales del resfriado son los estornudos, que también son típicos de la alergia. Tanto la alergia como los resfriados suelen ir acompañados de rinitis y goteo nasal, pero en el caso de la alergia los síntomas se deben a la acción de un alérgeno en lugar de un virus. Además, la alergia suele ser estacional y remitir cuando desaparece la exposición al alérgeno (por ejemplo, el polen) o al tomar antihistamínicos. Por otra parte, el resfriado suele dar febrícula (inferior a 38 °C) que rara vez aparece cuando tenemos alergia.

¿Gripe o resfriado?

También es importante diferenciar el resfriado de la gripe. Ambos comparten algunos síntomas en común como la congestión nasal o el dolor de cabeza, pero la gripe provoca fiebre alta (superior a 38 °C) y es más debilitante.

¿Resfriado o COVID-19?

Además de los enterovirus y rinovirus, el COVID-19 sigue circulando en sus distintas variedades y en muchos casos se presenta con síntomas parecidos a los del resfriado, pero la sintomatología podría agravarse y ser más persistente en el tiempo.

¿Cómo podemos evitar el resfriado en verano?

Según afirma Javier Plaza, coordinador de la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Comunitaria (SEFAC), la medida más eficaz para prevenir los resfriados en verano es evitar en la medida de lo posible los cambios bruscos de temperatura”. Ten cuidado a la hora de programar el aire acondicionado. No debería estar por debajo de 23 °C.

También es aconsejable mantener la humedad ambiental por encima del 30% para evitar que las mucosas se resequen. Puedes colocar un humidificador ambiental en la habitación donde trabajas o pasas más tiempo.

Otros consejos útiles:

  • Lávate las manos con frecuencia.
  • No consumas bebidas demasiado heladas.
  • Evita el contacto físico con personas resfriadas y no compartas objetos de higiene o alimentación.
  • Come frutas y verduras en abundancia. Son la mejor fuente de vitaminas que existe.
  • Toma el sol con moderación. La vitamina D refuerza el sistema inmunológico.
  • Trata de tomarte las cosas con calma. Las vacaciones son un motivo de estrés para muchas personas ya que exigen una serie de preparativos como organizar viajes o terminar trabajos de última hora. Toda esta tensión acumulada puede debilitar el sistema inmunológico.

¿Cómo curarse de un resfriado de verano?

Los resfriados de verano pueden ser bastante molestos, pero no suelen durar más de una semana. Siempre que no exista fiebre alta o dificultad para respirar no será necesario acudir al médico. Lo mejor en estos casos es guardar reposo y tomar abundantes líquidos como agua e infusiones.

Si sientes dolor de cabeza y malestar puedes tomar antitérmicos para encontrarte mejor. También puedes utilizar un aerosol salino para aliviar la congestión nasal.

Los suplementos con vitamina C + Zinc de Aquilea refuerzan las defensas naturales y ayudan a recuperarse antes del resfriado.

 

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  • Contribuyen al buen funcionamiento del sistema inmunitario y a proteger nuestro organismo frente al daño oxidativo.
  • 1 comprimido efervescente al día.
  • No se recomienda en casos de alergias conocidas a los productos apícolas.
  • Sin gluten, sin lactosa y sin azúcares añadidos.

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Sobre todo, recuerda que los resfriados de verano están causados por virus y los antibióticos no son adecuados para combatirlos. Tomar fármacos de forma imprudente y sin estar prescritos por un facultativo médico puede ocasionar resistencias y disminuir su eficacia para el tratamiento de otras enfermedades.